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Destinos turisticos Museo policial

Ubicación

Esta ubicado en la calle Colón 425

telefono 591 2200083

Visitas

Se permite las visitas de Lunes a Viernes de 9:00 a 12:30
Tardes de 15:00 a 19:00

Sabados de 10:00 a 12:00

Foto bolivia.com
















Nota de prensa publicada en el periodico Página Siete el dia domingo 1 de Noviembre de 2015 y fue escrito por Sergio Mendoza

El museo policial alberga los rostros de célebres criminales

Personajes como Zambo Salvito, atracador del siglo XVIII en La Paz, o El Petas, asesino de cuatro policías, fueron inmortalizados en mascarillas de yeso.

A algunos de los más célebres criminales en la historia de Bolivia, muertos o en vida, les colocaron yeso en la cara para formar máscaras con sus características faciales. Sus rostros permanecen para la posteridad colgados en un muro o expuestos en estantes en el Museo Histórico de la Policía Boliviana.

Foto periodico Página Siete

Esta peculiar práctica fue utilizada por décadas y hasta hace poco tiempo para tener un registro de todo tipo de delincuentes. Una de las últimas mascarillas se elaboró en enero de 2009. Pertenece a Alberto Abaroa Rubín de Celis, alias El Petas, quien asesinó a cuatro policías en dos hechos. El yeso tocó su piel 10 meses antes de su muerte por un ajuste de cuentas, en Chonchocoro.

En una vitrina se encuentra la máscara de Salvador Zea, alias Zambo Salvito. El líder de una banda de atracadores que por 1840 aterró a los viajeros camino a los Yungas. Uno de los episodios más significativos de su vida fue cuando, de un mordisco, le arrancó la oreja a su madrastra, antes de ser fusilado por los carabineros. La idea de un museo policial nació en 1935, pero no se consolidó hasta 1942 en la División de Investigaciones que funcionaba en la calle Ballivián. Pasó por la entonces Prefectura, después a San Pedro, hasta establecerse en su actual dirección: en el número 454 de la calle Colón, al lado de la iglesia de La Merced. Se trata de un edificio que hace años perteneció a la Iglesia Católica, se convirtió en el primer Comando General de la Policía, después, en el despacho de la Interpol y ahora en el Tribunal Disciplinario Superior.
Foto periodico Página Siete

Ahí, Jorge Godinez guía a los visitantes en un recorrido que empieza con un muestrario de las armas utilizadas por las pandillas y los modus operandi del siglo XX. Puñales, machetes, palos y cuerdas de todo tipo.

A pocos pasos, en el mismo pasillo, se encuentran colgadas 16 mascarillas de monreros, como El thanta millonario, El Panadero, Matamoros, King Kong o El Chiti. En la esquina de un pequeño patio interior se encuentra la imagen de la patrona de la Policía, la Virgen de Copacabana. A su alrededor, motocicletas estacionadas cubiertas por plástico blanco. Al otro extremo, todo tipo de droga incautada en vitrinas cubiertas, para que no les llegue los restos de una construcción pisos arriba. En la sala donde se exhiben los uniformes de antaño, una gotera baña el piso de piedra. Los ambientes no son los adecuados, eso lo sabe el jefe nacional de Museos y Biblioteca Policial, Gustavo Terán. Por eso presentó a principios de año un proyecto al Comando General para trasladar el museo al Hotel París, propiedad de la institución del orden, en la plaza Murillo. Pero hasta ahora no hubo respuesta. En este museo se guardan verdaderas joyas de la historia. Aplastado entre cristales está el primer estandarte de la primera unidad de Bomberos del país: "Antofagasta”. Bordado con hilo dorado se lee: "Cuerpo de Bomberos Antofagasta, 1875”. En la misma habitación, dentro una caja de cristal, están dos de los 40 sables que empuñaron los policías de Antofagasta para defender el territorio boliviano durante la invasión chilena, el 14 de febrero de 1879.

Foto periodico Página Siete
En frascos se exhiben los cadáveres de fetos o recién nacidos que fueron abandonados entre la basura. A un costado se encuentran dos celdas utilizadas por la Interpol en lo años 90. Sólo en una de ellas hay una "cama” de concreto, donde un maniquí reposa cubierto por una manta. Allí estuvo alguna vez un peruano, Freddy Cano. Cuenta Terán que se metió un cigarrillo para fumar y una brasa cayó en el colchón de paja. Cano ardió por un buen rato hasta que los policías lo sacaron aún con vida, pero murió camino al hospital. El techo aún está oscuro por aquella tragedia. Sobre un estante hay más rostros de yeso de algunos delincuentes o de individuos con historias curiosas. Una de ellas pertenece al Mendigo Millonario. Murió en la miseria en 1960, pero cuando lo revisaron para hacerle la autopsia, en su ropa se encontró el dinero suficiente para comprarse dos casas en aquella época. El dinero también fue la obsesión del Come Billetes. Un hombre acaudalado que vivió en los años 30. Al no tener familia, sus amigos le preguntaban qué haría con tanto dinero al morir. Le aconsejaron -en broma- que era mejor que se lo comiera. Así lo hizo y murió de una indigestión. Ahora, un muñeco con el vientre abierto y un montón de billetes dentro lo representa en la sala criminalística del museo policial.

Datos para visitas Horarios El Museo Histórico de la Policía Boliviana abre sus puertas al público de lunes a viernes, de 8:30 a 13:00 y de 14:30 a 19:00. No hay costo de entrada. Visitas Pueden programarse visitas guiadas para grupos con una nota al director del museo, Gustavo Terán. Museos Además, la Policía tiene otros dos museos, ambos ubicados en la Academia Nacional de Policía (Anapol), en Bajo Següencoma, donde se atiende los martes y jueves en los horarios señalados.

Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=3iP1rfw9JxE




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