Dos exoficiales de infantería norteamericanos, Dan Futrell e Isaac Stoner, aseguran haber encontrado partes de la caja negra de la aeronave Eastern que cayó en el Illimani hace 31 años.
Página Siete / La Paz
Lleva el nombre de una deidad andina venerada en el altiplano boliviano, Tunupa, y es la expedición emprendida por Dan Futrell e Isaac Stoner para encontrar los restos del vuelo 980 de Eastern Airlines, que se estrelló el 1 de enero de 1985 en el Illimani.
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Aquella fatídica fecha, el avión Boeing 727-225, con registro N819EA, de la compañía Eastern, salió de Asunción y tenía como destino final la ciudad de Miami, tras una escala en La Paz y Guayaquil, pero se estrelló con la parte norte del macizo Illimani, minutos después de haber despegado de El Alto, provocando la muerte de las 29 personas que viajaban a bordo, 19 pasajeros y 10 tripulantes.
Las razones del accidente siguen siendo un misterio de 31 años, pero el hallazgo de la caja negra, y de varias otras piezas de la aeronave, podría ayudar a conocer qué sucedió aquel fatídico día.
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Futrell entregará la caja negra a los expertos en EEUU para que intenten extraer información, lo que resulta incierto porque después de tantos años expuestos a las bajas temperaturas del lugar y el impacto sufrido, es posible que su lectura sea imposible.
Tras varios días de búsqueda, los dos norteamericanos, con el apoyo del guía alemán Robert Rauch y del cocinero boliviano José Lazo, escalaron el imponente nevado, aproximadamente a 6.530 metros sobre el nivel del mar.
En su primer día de búsqueda encontraron dos piezas de metal destrozadas y retorcidas de color naranja y verde. En la segunda jornada hallaron otras tres piezas similares a las del día anterior. Según relata Futrell, hasta ese entonces no tenían certeza de que fueran piezas referidas a la caja negra.
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"Al igual que las cinco piezas anteriores tenía cables y en una envoltura de plástico alrededor de los cables estaba escrito ‘CKPT VO RCDR’. Esta pieza confirmó que habíamos encontrado lo que buscábamos”, comentó Futrell.
"Sentimos que por respeto a las familias que sufrieron enormemente por la tragedia del vuelo 980 no podemos compartir más datos que los que pusimos en nuestro blog. Actualmente, estamos en proceso de encontrar a las autoridades apropiadas para determinar qué información se puede extraer de las cajas negras y cuáles datos pueden extraerse de la cinta que encontramos. Recién en otoño (primavera austral) publicaremos las conclusiones y daremos entrevistas a la prensa”, declaró Futrell al diario paraguayo ABC Color.
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Los pasajeros
"Hay mucho trabajo por hacer, pero estamos felices de decir que hemos logrado lo que hemos venido a hacer: ubicar y recuperar las grabadoras del vuelo 980”, agregó Futrell.
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"En nombre de la familia de mi abuelo, Joseph Loseth (uno de los pilotos del vuelo 980), nos gustaría expresar nuestro agradecimiento al equipo de la Operación Tunupa. Ha sido un largo camino de 31 años desde aquel fatídico accidente. Nuestra familia nunca recibió respuestas. Pero este hallazgo ha revivido tantas emociones y la esperanza de obtener un cierre”, escribió Hill Davis en el blog de Futrell.
Dan Streetman, otro seguidor del blog del norteamericano, le dijo: "Misión cumplida. Bien hecho. Esta increíble aventura da la solución de un acontecimiento trágico y misterioso”.
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Según el sitio Aviation-safety, "la noche oscura, el clima de La Paz y la falta de referencias visuales en el área contribuyeron a la incapacidad del equipo para ver y evitar el terreno alto en su camino”.
El amigo José Lazo
Dan Futrell relata en su blog su experiencia con José Lazo, el cocinero boliviano que los acompañó en su aventura:
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Robert preguntó a José si quería unirse a nosotros en la Operación Tunupa como nuestro cocinero y, aunque en un principio se mostró indeciso, aceptó. Puedo decir con confianza que José nos ha ofrecido mucho más que un guiso caliente y sopa de fideos a la hora del almuerzo. Hablando con él y escuchando su historia, nos ha abierto una ventana a lo que es la vida de los bolivianos.
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José ahora vive cerca de Sorata. En medio de la búsqueda de los restos del avión, él tuvo que volver a para estar cerca de su hijo, que recientemente se rompió la pierna”.
Se dedica a la agricultura, tiene siete hijos, y una vez concluida su misión en el Illimani y con el dinero ganado, construirá una pequeña casa para su familia.
Futrell continúa su relato: "La principal característica de José es la risa y el buen humor. El té y la avena de las mañanas siempre estaban acompañados por risas. El humor trasciende la cultura. Nos contó un poco acerca de su breve y obligatorio tiempo en el Ejército de Bolivia, vivencia que quedó marcada por un tatuaje en la parte superior de su mano derecha. También contó que debido a que perdió la chaqueta de su uniforme, tuvo que servir un ‘extra’ de seis meses.
Este hombre, duro como una mula y de andar seguro, siempre estaba por delante de nosotros en la montaña. Ha sido nuestra ventana a las cosas que trascienden continentes, las cosas que son el fundamento del ser humano. Fue muy bueno tenerlo en el viaje y un honor aprender de él”.
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