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Una esvastica nazi en el Illimani

Notra de prensa que salio  publicada el día 23 de Junio de 2019 en el periodico Página Siete

En marzo de 1940, en plena Segunda Guerra Mundial, el Observatorio de San Calixto descubrió que en el pico más elevado del Illimani flameaba una bandera con el símbolo de la esvástica. La noticia corrió como reguero de pólvora por la ciudad, lo que provocó la rabia de los paceños.

El Club de Andinista actuó de inmediato y encomendó al inglés Eduardo de la Motte, que entonces era capitán de andinismo, y a Jesús Tórrez llegar hasta el nevado y quitar el símbolo de la Alemania nazi para reemplazarlo por la bandera boliviana. Después de esfuerzo titánico, el 7 de marzo los hombres lograron cumplir su misión . El símbolo nazi había sido colocado en el nevado por los alemanes Wilfred Kuchman, Federic Fritz y Rodolfo Boettger.


Monumentos de La Paz monumento a RAFAEL PABÓN CUEVAS

Escultura estatuaria de bulto redondo, de tipo cuerpo entero, en posición erguida. Obra del escultor Vítor Hugo Barrenechea, realizada a base de bronce fundido en 1985. Está ubicada en la plaza 16 de Julio de la zona de Obrajes.

 La estatua que rinde homenaje a Rafael Pabón (1903-1934), precursor de la aviación boliviana y héroe de la Guerra del Chaco, fue obsequiada al municipio por la Fuerza Aérea. En sus inicios fue emplazada en la avenida Del Aviador de la zona de Irpavi, hasta que en 1982 la fuerza Aérea solicitó su traslado. De esta forma, mediante Ordenanza Municipal Nº 084/1982, la Alcaldía autorizó su reubicación en la plaza 16 de Julio de Obrajes; y estando en ésta la estatua a la Madre Boliviana, se decidió la reubicación de ésta a la zona de Calacoto. Especialistas en patrimonio escultórico público han señalado que la estatua a Pabón fue emplazada en la plaza 16 de Julio de manera injustificada, ya que el nombre de la plaza no tenía relación conmemorativa con el personaje. De esta manera, en diciembre de 2011, la estatua a Pabón fue reubicada en la avenida que lleva su nombre de la zona de Irpavi, lugar donde estuvo originalmente, a razón del reordenamiento escultórico efectuado por la entonces Dirección de Patrimonio cultural y Natural de la Oficialía Mayor de Culturas. Ese mismo año, en su lugar se emplazó la escultura Gritos de Libertad, efectuada en piedra comanche por el escultor Flavio Ochoa, que simboliza la tea libertaria de la Revolución de 1809.

para saber mas sobre este héroe de la guerra del Chaco puede acceder

https://es.wikipedia.org/wiki/Rafael_Pab%C3%B3n

Destinos turisticos Chullpares de Callapa

Chullpares de Callapa

 Los Chullpares de Callapa, se encuentran a 8 kilómetros al suroeste de la Población de Santiago de Callapa y cerca de la Comunidad de Jachapasa. Al realizar el recorrido por la carretera es posible observar aproximadamente 500 torres funerarias disgregadas, las cuales no cuentan con políticas de conservación ni protección. Muchas edificaciones fueron saqueadas por pobladores y visitantes. Los chullpares son construcciones monumentales de piedra y adobe. Son edificaciones importantes de las culturas precolombinas que se asentaron en la zona. En su interior se introducía al difunto o momia en posición fetal, dentro de una cesta y con objetos importantes como herramientas, utensilios y comida, para que “no le falte nada en la vida posterior a la muerte”, según la cosmovisión aymara.

Municipio Santiago de Callapa / Chullpares De Callapa
Se pueden visitar los atractivos entre los meses de mayo a septiembre. Asimismo es importante consultar con los pobladores locales quienes autorizarán la visita y acompañarán al grupo durante el recorrido por el sitio.

Recomendaciones

Llevar ropa liviana, zapatos cómodos para caminar, lentes y gorra para el sol, abrigo impermeable para época de lluvias; botiquín de primeros auxilios con protector solar, repelente contra insectos y medicina para el mal de altura.

Para saber lo que es un chullpar o chulpa  o chullpa puede consultar el siguiente enlace

https://es.wikipedia.org/wiki/Chullpa

Departamento

La Paz

Región

Altiplano Sur

Provincia

Pacajes

Municipio

Santiago De Callapa

Categoria

2.1.1. Sitios O Conjuntos

Jerarquia

Jerarquia I

Coordenadas

Latitud: -17.4733202 Longitud: -68.3463103

Temperatura

14 °C - 21 °C

Altitud

3878 M.s.n.m.

Fuente: http://www.milapaz.travel/atractivo_turistico/index/chullpares_de_callapa/384

Naufragio en el lago Titicaca

Nota de prensa que fue publicada en el periodico página siete el día domingo 25 de Noviembre de 2018 en la revista Rasca Cielos

En este país de añoranzas marítimas, una historia de marineros. Cocotoni queda al norte del lago Titicaca. Allí las olas pueden alcanzar los tres metros de altura, los veleros hundirse, la Fuerza Naval negar auxilio y los contrabandistas reinar a sus anchas.

Enrique Herrera Capitán del Argo

Todo terminó cuando me caí sobre el tronco, de culo. En ese momento me di cuenta que mi esposa tenía razón, el belga era un imbécil, mi hijo un héroe y mi hija una reina.

Sentí el golpe por toda mi columna, pensé que me había roto el coxis. Fue un alivio ver que mis piernas respondían ágilmente y evitaban que me cayera aunque no pude evitar mojarme hasta la cintura. Con todo lo que ocurrió el día anterior, me pareció irónico terminar mojado. Me cambié rápidamente, terminé de amarrar el velero maltrecho y emprendí el retorno a Huatajata con una sensación de triunfo y derrota al mismo tiempo. El trayecto de Cocotoni hasta allí duró unas dos horas, el doble de lo normal por el peso del velero, tiempo suficiente para revisar los acontecimientos de las últimas 24 horas.

****

De todo lo que volvía a mi mente, la respuesta de la gente de la Fuerza Naval resumía la tragedia: “no podemos salir ahora, el oleaje está muy fuerte; además ¿quién lo autorizó a zarpar?, tiene que retornar de inmediato y pagar la multa”, me dijo el oficial. Sin duda, el país, la sociedad y la Naval habían tocado fondo. Era comprensible que no hubiesen querido arriesgar más vidas, pero pretender multarnos era la expresión máxima de la miseria humana en la que nos estábamos hundiendo.

La miseria a cualquier hora. Porque además de la tragedia estaba la constatación de cómo se mueve el país por dentro a esas horas en que todos duermen. Sucedió a las tres de la mañana de aquel día terrible. Decidí anclar a unos metros de la costa. El ruido de la proa golpeando contra la playa era insoportable. Prendí el motor y me alejé unos veinte metros, solté el ancla y me amarré al yate del Comodoro, que estaba ahí. El barco se mecía suavemente, la cabina estaba caliente y desde donde yo me encontraba se podían ver las estrellas. Era una noche impecable, el cansancio de las tareas del día anterior me hizo dormir de inmediato. De pronto, me despertaron unas luces, no el motor de aquella embarcación en la oscuridad. Las señales de luces desde la playa eran regulares pero no respondían a ningún código, al parecer sólo querían que se los viera; la respuesta de la lancha fue idéntica: un parpadeo de luces. Recordé que el Comodoro, conocedor del lago desde su infancia, me dijo que eran comunes los intercambios de paquetes nocturnos y que lo mejor para alguien ajeno era pasar desapercibido. Pero mi curiosidad pudo más, así que salí de la cabina sin encender luces y acomodé el asiento del timonel para ver la playa. El intercambio fue rápido: la lancha entregó cuatro bultos y recibió a cambio otros cuatro de similar tamaño. Por un instante pensé que podía ser droga, me agaché y me dispuse a entrar a la cabina exactamente cuando aquella lancha empezó a moverse y sus tripulantes dirigieron sus linternas hacia mi barco. No me vieron, se marcharon lentamente. A esa hora, los dueños del lago son ellos.

Desperté a las 8 am, el Comodoro ya estaba de pie y me invitó desayuno en su yate. Bajo el sol todavía amable de esa hora empezamos los trabajos para que el velero pudiera ser remolcado. Trabajamos en silencio, volviendo a vivir las sensaciones del naufragio.

El mástil doblado del velero era un silencioso testigo de las fuerzas desplegadas en la maniobra para ponerlo a flote. Volvió a mi memoria ese momento.

****

Las olas eran de un metro y medio, el viento suficientemente fuerte como para temerle, y el velero, casi hundido, estaba a unos 50 metros del peñón de Tiquina. La corriente venía del Lago Mayor y las olas se estrellaban contra el peñón. En ese momento el lago me pareció un mar interior que sólo despierta dos o tres veces al año, como ese día.

El Comodoro dirigió la maniobra para reflotar el velero con maestría. Yo recibía sus instrucciones precisas en el timón, manteniendo inmóvil mi barco en medio de la corriente, entre los jaloneos del velero moribundo y las olas cortas de un lago color plateado. Los dos primeros intentos fallaron pero nunca perdimos el velero. De pronto sentí que la situación había cambiado y que el velero nos arrastraba hacia el peñón. Con voz firme le dije al Comodoro que soltara el velero; nos íbamos. El Comodoro respondió que lo intentaría una vez más. Miré a mi hijo que estaba en el asiento del copiloto y su mirada valiente me dijo que estaba de acuerdo con el Comodoro. En ese momento el velero salió a flote y volví a sentir que tenía el control de la embarcación. Le di máxima potencia al motor Mercury de 90 HP y emprendimos el retorno hacia la bahía de Cocotoni donde llegamos agotados a las 5 pm.

Pero el primer intento por rescatar el velero fue menos glorioso. Habíamos ido mi hijo, el hijo del Comodoro y yo. El velero todavía estaba en el sitio del naufragio. Los muchachos, hábiles marinos, hicieron las maniobras de rescate sin éxito. Sabíamos que las horas del velero estaban contadas y cruzamos la línea de la prudencia intentando pasar un cabo por encima del casco. La ola llegó de improviso, estábamos todos a babor, y todo empezó a moverse en cámara lenta. El barco se inclinó de tal manera que era imposible seguir de pie. Mi hijo, que estaba jalando el velero, quedó suspendido encima del agua. El hijo del Comodoro y yo saltamos como gatos a estribor, de modo que nuestro peso y voluntad equilibró el barco y, por fortuna, nadie cayó al agua. Inmediatamente volvimos a la bahía. El velero del belga pasó temprano por la mañana. Poco después, otra sería la historia.

Llegamos con el peso del fracaso y la tensión del momento en los ojos. Nos recibieron mi hija y mi esposa con chocolate caliente, ambas de una pieza. “No vale la pena poner vidas en riesgo”, me dijo mi esposa, “dejen que el velero se hunda”. Tenía razón.

En ese momento mi hija propuso comer los sándwiches que teníamos preparados para un picnic en Cocotoni que nunca sucedió. Con extraordinaria simpatía repartió la comida, nos animó con su sonrisa y logramos comer y compartir entre amigos, olvidando por un instante el naufragio.

Fue entonces que el Comodoro nos contó cómo había comenzado todo.

Resulta que su yate y el velero habían salido de Huatajata temprano, cuando el lago todavía estaba manso. En Tiquina, el capitán del velero, un funcionario belga de la Unión Europea, le pidió que lo arrastrase porque no había suficiente viento. Efectivamente, cuando nosotros pasamos por Tiquina de ida a nuestro frustrado picnic en Cocotoni, vimos las dos embarcaciones esforzándose por cruzar el estrecho, sin viento, en medio de las barcazas cuyos timoneles son comparables a los choferes de minibús de El Alto. Nosotros pasamos rápido y sin esfuerzo. Yo había encargado mi barco a un armador griego, con especificaciones precisas para nuestro lago. El Comodoro nos vio pasar y tomó varias fotos, como es su costumbre. Cuando llegué a Cocotoni tenía once llamadas perdidas del Comodoro.

Sucedió que después de cruzar Tiquina, el yate del Comodoro y el velero se encontraron con ese lago plateado, con la corriente fuerte y las olas de metro y medio. En ese momento el belga decidió desafiar al destino; al fin y al cabo era un lago y él era marino del Mar del Norte, un mar de verdad. Le pidió al Comodoro que lo soltara para que desplegara su vela. El Comodoro le dijo que tuviera paciencia, que me llamaría para que los fuera a auxiliar. Le explicó que el Lago Mayor es como un mar interior, que era agosto, un mes con exigencias especiales. Pero el belga no quería escuchar y se soltó. Finalmente viviría su gran aventura. Por un momento se imaginó que era Tintín en el lago, invencible.

El Comodoro lo vio alejarse hacia el peñón de Tiquina. Marino experimentado, enfiló hacia Cocotoni sin pausa y sin el peso del velero. Llegó exhausto y nos contó lo que había sucedido. Sin pensar dos veces, mi hijo y yo salimos de inmediato. Yo recordaba vagamente dónde había visto la vela por última vez, avanzamos y entonces vimos un punto en el horizonte. No se veía la vela. Como intuimos, el velero se había volcado. “¡Se ha volcado, acelera!”, me dijo mi hijo, ese muchacho de 19 años, y así lo hice. Cuando llegamos al sitio, el panorama era dantesco: el velero volcado, la cabeza del belga sobresaliendo esforzadamente del agua con la cara de un extraño color morado, el silbido amenazante del viento y el oleaje del mar interior.

Pude acercarme a pocos metros. Mi hijo tomó el cabo de salvataje y lo arrojó al belga al mismo tiempo que cogió una cuerda del velero y comenzó a sostenerlo para evitar que se alejara. Entonces, una ola enorme golpeó el velero y le arrancó las cuerdas de las manos. Volvimos a empezar, esta vez más cerca, a esa distancia en que una mala maniobra puede convertirse en tragedia. Mi hijo agarró el bichero (boathook) y le alcanzó la punta al belga que decía con voz cada vez más suave “tengo frío”. Quienes conocen el lago saben que en agosto no se puede estar más de treinta minutos en el agua, después, la muerte es segura. El belga ya estaba al límite. Cuando agarró el bichero nos dijo que no se podía izar porque sus piernas estaban atascadas en las cuerdas del velero y cerró los ojos.

En el barco volteamos y nos vimos cara a cara, a los ojos, en un instante eterno en el que tratamos de decidir en silencio quién se lanzaría a cortar las ataduras del belga. Ambos sabíamos que era una maniobra arriesgada, por debajo del casco del velero volteado. Ambos sostuvimos la mirada listos para saltar y entonces ocurrió el milagro. “Me ha soltado”, dijo el belga de manera casi inaudible. Aún me pregunto si fue el velero o el lago. Mi hijo reaccionó rápido, jaló el bichero con esa fuerza que uno tiene a los 19 años y subió al belga al barco. El hombre tiritaba, no sentía sus piernas, pero estaba fuera de peligro.

Llegamos a Cocotoni, nos recibieron mi esposa y mi hija, ambas de una pieza. Inmediatamente se ocuparon del belga junto con el Comodoro. Nosotros nos sentamos en nuestro barco. No había necesidad de decir nada.

Monumentos de La Paz EL OBELISCO

Bloque vertical de diseño arquitectónico, de tipo mástil en forma de huso y sección cuadrada concluida por una pirámide. Diseño del ingeniero F. Nava C., edificado por la Constructora León en 1944. Está ubicada en la plaza homónima, entre las avenidas Mariscal Santa Cruz y 16 de Julio de la zona Centro.

 Su construcción fue impulsada por Enrique Alcoreza, Prefecto del departamento de La Paz, con el propósito de que, en lo alto de su estructura, ondeara la bandera nacional. La Alcaldía Municipal se encargó de su construcción, contratando los servicios de la Constructora León, de propiedad del ingeniero italiano Enrico León, quien se encontraba residiendo en la ciudad desde 1928. El Obelisco quedó concluido en 1944, sobre su frontis se emplazó una placa de bronce que contiene un pensamiento influenciado por la época, dirigido a todos los bolivianos, plasmado con el concluir de la Guerra del Chaco y el surgimiento emergente del nacionalismo patriótico: “Esta bandera es el símbolo de la patria, bajo sus pliegues se sacrificaron nuestro héroes. Y a su honor y gloria, debéis toda vuestra vida en la guerra o en la paz haceos dignos de ella, dándole vuestra sangre o el esfuerzo abnegado de una existencia embellecida por el trabajo y la honradez. Que así como en el cielo la bandera de la patria es señal de paz, lo sea en vuestros corazones de fe inquebrantable en los destinos de Bolivia”. En 1973 frente al Obelisco fue emplazado el monumento al Soldado Desconocido, retirado en 1979 y restituido en 2007.

Para saber que s un obelisco puede consultar

https://es.wikipedia.org/wiki/Obelisco

Destinos turisticos AGUAS TERMALES TOTORANI

AGUAS TERMALES TOTORANI

Aguas termales Totorani, Este balneario se encuentra ubicado en la Comunidad de Totorani a 20 minutos de la Población de Puerto Acosta. Para la comodidad de los visitantes su infraestructura cuenta con cuatro vestidores y dos piscinas medianas. El agua termal con la que se alimentan los estanques proviene de las quebradas adyacentes que llega al lugar mediante canales. El sistema de duetos de los desagües permite asegurar un flujo continuo y la renovación permanente del suministro de agua.

Desde épocas remotas, las antiguas civilizaciones como los Incas han llegado a este balneario utilizándolo como un medio para el descanso y relajación.

Sus aguas son de uso terapéutico para gran variedad de dolencias reumáticas y neurológicas por sus propiedades analgésicas y curativas. En la actualidad, los muros de sus piscinas construidas en piedra, se han recubierto con cemento para el uso de la población local y de los visitantes que llegan hasta este lugar; desde su interior se tiene una excelente vista paisajística del llamado Roquedal de Totorani.

Recomendaciones

Llevar ropa liviana para el día y abrigada para la noche, zapatos cómodos para caminatas largas, lentes y gorra para el sol, medicamentos para mal de altura y protector solar.

Departamento

La Paz

Región

Altiplano Norte

Provincia

Camacho

Municipio

Puerto Acosta

Categoria

1.7.2. Aguas Termales

Jerarquia

Jerarquia Ii

Coordenadas

Latitud: -15.517578 Longitud: -69.2569897

Temperatura

4 a 24 °C

Altitud

3891 M.s.n.m.

Fuente: http://www.milapaz.travel/atractivo_turistico/index/aguas_termales_totorani/147

Conoce al extravagante Chasqui, el fan #1 de Bolivia | Telemundo Deportes

Daniel Aliaga es el Chasqui boliviano, el fan Nro 1 de la selección boliviana presente en todos los lugares donde juega la verde

Fuente: https://youtu.be/6YgTdtEt-A8

El pecado de KATANAS

Nota de prensa que salio publicada en el periodico Página Siete el día domingo 2 de Junio de 2019 en la revista Rasca Cielos

El Katanas había sobrevivido varias clausuras y operativos policiales. Nadie pensó que su final vendría de adentro, ni que alcanzaría esa magnitud. ¿Cuáles fueron sus pecados?

Texto Sergio Mendoza Reyes Fotos Página Siete

Estaba enamorado de una mina de allí que se llamaba Celeste. Yo iba todos los miércoles, jueves y viernes a verla… Era un ángel hecho persona ¡Qué mujer más bella!”, cuenta Miguel (nombre ficticio), un excliente del night club más famoso de La Paz, aquel que para muchos fue un referente de la noche paceña. “Era paraguaya. ¡Bella, huevón, bella!”.

Celeste tenía el cabello y los ojos claros. Se movía desnuda y su baile hipnotizaba en aquel escenario alfombrado, con un enorme espejo de fondo, atravesado por barras metálicas que la acariciaban. Por fuera, la casa había sido decorada con motivos egipcios. Una pirámide ocultaba el sol en su ocaso, hombres con el torso desnudo llevaban ofrendas y mujeres con los pechos al viento tocaban el arpa o la guitarra. La puerta principal estaba flanqueada por dos leones dorados y encima se erguía el rostro de una esfinge con tocado real, barba postiza y negras patas de león.

Si por fuera la decoración llamaba la atención, por dentro más aún. Cerca del ingreso, una figura espectral se asomaba hacia este mundo a través de un portal oscuro como la nada. Hombres con cabezas de halcón, cocodrilo, escarabajo y perro mantenían orgías con mujeres delgadas pintadas en la pared. En el techo del salón principal, donde Celeste bailaba junto a sus compañeras, Anubis lo veía todo. Tenía las fauces abiertas por encima de la inscripción con pintura colorada, como fuego vivo: Katanas.

Miguel la miraba fascinado. Era viernes. La noche terminaba, ya era hora de cerrar cuando ella le ofreció que la acompañara a “su casa”, un boliche de remate ubicado en la Curva de Holguín, con más de 30 habitaciones. Celeste se puso el abrigo y ambos se marcharon en un radiotaxi.

En la “casa” de Celeste había un escenario de table dance, una barra para seguir bebiendo y habitaciones por las que se pagaba 100 dólares (mitad para el local, mitad para la chica). “Le dije que no tenía plata. ‘No importa, vos sólo pagá el cuarto’, me dijo. No me cobró un peso, no sé por qué”. Miguel salió de ahí antes del mediodía, “verga, verga, pero contento… y sin plata”, remata con su risa estruendosa.

Ni él, ni aquel otro que una vez consiguió un poco de cariño por caridad cuando sólo tenía dos bolivianos en el bolsillo, ni nadie que vio sus fantasías hacerse realidad tras esos muros pudo anticipar el destino del Katanas. Nadie sospechaba que los jefes del lugar, aquellos que se movían como dioses en medio de esos ángeles, serían enviados a prisión y acusados de trata y tráfico.

El jefe supremo de aquel lugar vendió coches en su adolescencia. El segundo nombre lo heredó de su padre, un militar que en la época de la dictadura trabajó codo a codo con Luis García Meza. Marco Hernán Cámara Rodríguez conoció el negocio de los clubes nocturnos con la llegada de tres hermanos peruanos al país, quienes en la década de los 80 abrieron el night club La Gata, sobre la calle Sucre. “Era el 85 u 86 y el boliche era estrella en La Paz. No había a ese nivel. Marco empezó a andar con ellos y comenzó con el negocio”, cuenta alguien que lo conoció en su juventud.

“Marco era un mitómano y confabulador, de los que se inventan cosas”, añade. Por eso era difícil creerle la historia de que hace muchos años se fue a Brasil para trabajar junto a su amigo Walter Pabón Caba, un tipo de baja estatura y cabello claro, que a fines de los 90 fue un personaje en la lucha libre boliviana. En el vecino país –decía– habían encontrado un maletín repleto de dinero en medio de la basura. Retornaron a Bolivia forrados con esa plata y comenzaron a abrir sus primeros locales. Entre ellos, La Barra Americana, cerca de la plaza Uyuni, también fue demolida, como una premonición. Hay quien dice que hubo otro club sobre la avenida Busch, donde los bailarines eran hombres y las clientas mujeres.

Ninguno duró mucho tiempo, al menos no tanto como el Katanas. Una vez demolida La Barra Americana, intentaron reabrir el boliche en la avenida Saavedra. Tenían todo listo pero nunca obtuvieron el permiso de la Alcaldía, así que no funcionó sino furtivamente. Pero a ese lugar alquilado al menos le llegó la fama cuando se filmaron escenas de la película boliviana American Visa, con la actriz mexicana Kate del Castillo y un baile erótico frente a su paisano Demián Bichir.

Si con esos primeros proyectos no hubo mucha suerte, con el siguiente sí. Cámara compró el inmueble a principios del nuevo milenio en el remate de un banco y lo inscribió a nombre de su hija: Nohemí Cámara Manco. Al final del Puente de las Américas se acondicionó el Katanas y alrededor de él surgieron otros clubes nocturnos. ilustración Laura Barahona / dgr-ucb

Hacía 2005, Nohemí, con 15 años, comenzó a trabajar en el club, detrás del mostrador donde se manejaban las cuentas. Estuvo allí por 12 años. Pero a diferencia de lo que dirían muchos de los asistentes, para ella no hubo cosas lindas. “Es poco lo rescatable que una puede tener de ese lugar. Pero cosas raras o feas o atroces, muchas”.

En el tiempo que estuvo tras el mostrador fue testigo de las ganancias que dejaba el negocio y la masiva concurrencia de clientes de todo tipo. Jóvenes en su primer contacto con la desnudez de una mujer, que apenas podían pagarse un trago, y hombres con los bolsillos llenos de billetes, con un buen cargo en la administración pública, rodeados de bailarinas. Y es que como diría Miguel: “¿Quién no ha llegado a Katanas? Es como la casa del jabonero, el que no cae, resbala, ¿entiendes?”.

En sus mejores noches, como en la tradicional fiesta de Compadres, el boliche rendía hasta 250.000 bolivianos. En noches como esas no había espacio para un alma más ahí dentro. “Sí –reconoce Nohemí– muchas de ellas estaban allí por propia voluntad; pero la mayoría había sido víctimas de engaños, sobre todo las extranjeras”.

Una mujer se mueve en la oscuridad

La única forma en la que un club nocturno del calibre del Katanas pudiera caer era que el ataque viniera desde adentro. Había sobrevivido a varias clausuras y operativos policiales, probablemente más por la influencia del dinero que por algún tipo de protección sobrenatural, como algunos especulaban.

A principios del 2016 ya se vislumbraba que algo no andaba bien en la familia Cámara. Acostado en su cama, con el rostro descompuesto y un pijama azul de lunares blancos, Marco denunciaba en enero su supuesto secuestro, del cual –decía– había salido de milagro. Sospechaba que detrás de ese plagio estaba su exesposa y su hija Nohemí, con quien hace tiempo ya había puesto distancia. Ellas –advertía– se traían algo entre manos.

En septiembre de ese año, saltó en la prensa la noticia de que la hija del dueño de Katanas denunciaba a su padre por trata y tráfico. Parecía el guión de una novela inverosímil. Nohemí, que entonces contaba 26 años, declaró que en el local donde trabajó como contadora se explotaba sexualmente a las mujeres. Que las extranjeras llegaron al país con engaños, con promesas de que en Bolivia serían modelos o bailarinas, a lo sumo damas de compañía, pero que la historia era otra. A su arribo en el aeropuerto o la terminal de buses las esperaban policías uniformados, los guardias personales de Marco Cámara –Jacinto Fernández Granados y Freddy Ayala Mamani– miembros del Batallón de Seguridad Física. Ellos las intimidaban, les quitaban sus documentos y las trasladaban a algún domicilio del cual no salían sino acompañadas.

Marco y sus cómplices captaban a las chicas –según Nohemí– en países como Paraguay, Brasil, Cuba o Venezuela, desde donde sus contactos les enviaban fotografías de las futuras víctimas. Después de recibir el visto bueno se les costeaba el viaje hasta Bolivia. Pero luego, al estilo de las peores mafias, les advertían que no les devolverían sus documentos hasta que pagasen los gastos del traslado, dinero que no sólo conseguirían bailando y luciendo su hermosa figura, sino acostándose con quienes tuvieran lo suficiente en el bolsillo. Pero antes debían pasar por las manos del dueño y de los administradores, y también hacerlo gratis con los amigos más cercanos al local, a quienes había que pagarles los favores.

El testimonio de una exbailarina respaldaba esta versión. La paraguaya Fátima Velásquez Galeano denunció que llegó con engaños a sus 18 años, que fue víctima de maltratos y violaciones. Pero mientras las denuncias contra Cámara y sus compinches crecían, también aparecían versiones de mujeres que aseguraban bailar en ese boliche porque así lo habían decidido, sin presiones, sin cadenas.

Muchas trabajadoras que cumplían su ciclo en un night club eran trasladadas a otro, propiedad de la misma empresa. Cámara, según las pericias policiales, también era propietario del César Palace (en la zona Sur de La Paz) y del Red Lips, en Santa Cruz. Al final, varias retornaban a sus países o se quedaban en Bolivia, donde incluso conseguían una pareja o formaban una familia. Había elementos como para creer que, después de todo, no estaban atrapadas contra su voluntad.

Quizá fue por ello que al principio no se tomaron en serio las denuncias de la hija de Cámara. Ella se quejaba. Había pedido audiencias en el Ministerio de Gobierno y la Alcaldía de La Paz con pocos o nulos resultados. Sólo cuando su rostro salió en los canales de televisión las autoridades se pronunciaron. FOTO PIXABAY

“Lo único que quiero decir es que soy inocente. Nunca me he dedicado a la trata y tráfico, nunca he estado en nada malo. Creo que mi hijita está siendo manipulada y yo le pediría a ella que vaya donde su psiquiatra. Que le dé cinco minutitos, que le conteste a su psiquiatra. Yo estoy seguro que después de eso vamos a reír, como siempre lo ha hecho ella, como siempre que estuvo a mi lado, mi bebé”, decía un Cámara despeinado y transpirado desde una cama de hospital, cuando ya su vida se iba al bombo. “Te quiero mucho, hijita, aunque me des diez puñaladas o mil por detrás. Soy tu papá y siempre voy a aceptar, porque ese es el papel del papá, aceptar todo de los hijos: lo malo y lo bueno”.

Nohemí se mantuvo firme y repitió hasta el cansancio que ella no estaba loca. “Si esto fuera una mentira o fuera un show que yo estoy armando, las autoridades a las que yo he llegado no le darían la importancia debida y estas investigaciones no estarían avanzando”.

En eso tuvo razón, porque las investigaciones avanzaron. La mañana del 15 de septiembre de 2016 su padre fue aprehendido mientras se sostenía el corazón como advirtiendo un infarto y, agitado, aseguraba que esto era obra de los Córdoba. Junto a él caía uno de los administradores de su boliche, Gustavo Fernández Gutiérrez.

Los Córdoba eran siete hermanos. Algunos se involucraron en el negocio de los clubs nocturnos, convirtiéndose así en la competencia directa de Cámara, y en sus enemigos acérrimos. ¿Tuvieron alguna participación en la caída del Katanas? Tal vez, puesto que uno de ellos, Juan Carlos Córdova Santivañez, declaró contra Marco en el transcurso del proceso penal. Si bien el magnate de la noche paceña indicó que su hija había sido víctima de las influencias de este hombre, quien además había trabajado para él durante mucho tiempo, Nohemí lo negó todo. Allí quedó el asunto.

****

Katanas fue por muchos años “el boliche”. Aunque probablemente buena parte de las mujeres trabajaron allí de forma voluntaria, las investigaciones echaron luz sobre la corrupción y delito que se escondía bajo la alfombra.

El 5 de octubre de 2012, el night club debía cerrarse porque se encontró a una adolescente de 17 años con identificación falsa. Se inició un proceso por trata contra Cámara, que no prosperó, y en la Alcaldía de La Paz se decidió no cerrar el local. En 2017, una joven declaró que había empezado a trabajar cuando tenía 16 años con la instrucción precisa de mentir sobre su edad.

Uno a uno cayeron. Primero fueron Marco Cámara y Gustavo Fernández, luego el amigo íntimo del dueño, Walter Pabón, reconocido por muchas chicas como otro administrador, conocedor por ende de todas las irregularidades. También les llegó el turno a los guardias personales del empresario, miembros de la Policía: Jacinto Fernández y Freddy Ayala. A todos los procesaron por trata, entre otros delitos.

En septiembre del 2016, cuando el caso explotó, Nohemí y su abogada aseguraron que la cacería llegaría tarde o temprano a la Alcaldía y a Migración. Se supo que el boliche había operado durante ocho meses sin licencia de funcionamiento. Muchas de las mujeres que ahí trabajaban (no sólo bailando) no tenían el carnet de sanidad otorgado por la Gobernación. Se destapó que algunos funcionarios municipales tenían contacto directo con los administradores para avisarles con anticipación sobre los operativos que se realizarían, y lo mismo pasaba en Migración.

Lo peor llegó cuando los fiscales dieron con el celular de un tal Víctor Hugo Chambi, trabajador del night club, que luego se esfumó. Allí encontraron conversaciones con Miguel Ángel Nina Cerda, chofer de la Alcaldía paceña.

— ¿Aló?, aló, Víctor, buen día hermano. No hay nada. Sí, normal atiendes hermano. No hay nada, todos están durmiendo, ya acabaron los operativos –reportaba el conductor. Tras irregularidades, delito e investigaciones bajo la alfombra, el lugar en que no cabía ni un cliente más, quedó solo en escombros.

— Ya hermano. Te agradezco mucho Miky. Chau, chau –confirmaba Chambi, y la fiesta continuaba como si nada, con la piel de las bailarinas destellando luces de colores.

Con el transcurso del tiempo se descubriría que otro servidor municipal de mayor jerarquía –quien trabajó hasta el 2015 en la Dirección de Seguridad Ciudadana– también mantenía conversaciones telefónicas con el administrador del Katanas. Jaime Mendoza Cabrera, de quien la Alcaldía negaba que fuese funcionario vigente, fue aprehendido y enviado a prisión.

Los investigadores escarbaron los registros de cuentas del boliche, donde encontraron registros por “concepto de pago para tíos del GMLP”. Esto fue después de que las autoridades ediles acusaran a Barriga y Nohemí de verter denuncias temerarias e irresponsables. Luego se supo más: un testigo declaró que avisar a los dueños de los boliches antes de los operativos realizados por la Alcaldía no era un favor exclusivo para Katanas, y que Mendoza no era el único que sabía y había participado en estos asuntos.

Hasta aquí sumaban sólo siete detenidos, aunque pronto llegaría el octavo.

Fue gracias al celular de Chambi que la Fiscalía llegó al jefe de la Unidad Policial de Apoyo y Control Migratorio (Upacom), Freddy Beyer Gómez. De acuerdo a la investigación, este funcionario policial también alertaba sobre los operativos con el tiempo suficiente para dejar a las muchachas indocumentadas en casa o meterlas en uno de los compartimentos secretos que, como rezaba la leyenda, sí existían en Katanas.

“Una vez estaba ahí y llegó Migración. Cámaras de televisión. Yo en la barra sentado con mi cuate. Entraron los de seguridad, me di la vuelta y ya no había minas, huevón. No había minas. Las habrán escondido, no sé. Nos pidieron carnets y nos dijeron que desalojemos. Estimo que muchas de las chicas no tenían sus documentos para trabajar, por eso las ocultaban. Dicen que tenían cuartos escondidos allá arriba, no lo sé”, explica Miguel, ahora frente al segundo tarro de cerveza. ilustración Fujiko Urdininea / dgr-ucb

Escondites

Con los vigilantes del Katanas en jaque por la investigación policial, las autoridades no tuvieron problemas para ingresar al local y encontrar esos diminutos cubículos en los que supuestamente escondían a las mujeres. Había por lo menos cuatro de estas guaridas ocultas tras tablas de venesta forradas con tapiz. También encontraron documentos personales, de sobornos repartidos, colillas de cigarro, vasos medio llenos, manillas plateadas que las chicas acumulaban en los brazos por cada trago que su cliente bebía.

La figura espectral seguía cerca al ingreso: una mujer cuyo torso desnudo salía de un portal con fondo oscuro, oscuridad impregnada en su piel blanquecina y hundida en el fondo de sus ojos. Tenía la diestra en una posición que bien podía ser de bendición o saludo; en la zurda sostenía una calavera de sonrisa torcida con la mirada hueca clavada en la puerta principal.

Marco la tenía desde La Barra Americana. Le llevaba flores, le invitaba trago. Nohemí la recuerda como una Pomba Gira, el espíritu de alguna hechicera o mujer poderosa ligada siempre a la vida marginal, a la lujuria, al alcohol, al exceso, pero también a la iluminación. “Él creía mucho en eso, en la magia, en lo sobrenatural”, comenta uno de los que lo conoció.

Cuando la gente se marchaba y era el momento de hacer las cuentas, la limpieza, o de beber un poco más, la Pomba Gira bajaba de su portal y recorría los pasillos vacíos. “Esa mujer caminaba en el local, se la veía cuando se apagaba la luz, por la parte de atrás. Tenía un vestido negro, pelo largo y la verdad era el terror de todos los que trabajaban adentro”.

En el limbo

A fines de septiembre del 2016, después de que se destapó el escándalo, los funcionarios ediles y del Gobierno aplicaron mano dura contra los lenocinios, al menos hasta que se olvidara el asunto. Fue así que cayó La Diosa, un night club propiedad de los hermanos Córdova que tampoco tenía licencia de funcionamiento, ubicado frente al Katanas,

Los operativos se trasladaron a locales de poca monta, como los de la calle Figueroa. Fue cuando las organizaciones de trabajadoras sexuales salieron a las calles en protesta: no permitirían que miles de compañeras se quedaran sin su fuente laboral.

La situación era absurda. La ley no se oponía a que ellas se ganaran la vida como quisieran. Es más, estaban obligadas a someterse a controles médicos periódicos y la Gobernación debía avalar su estado de salud con un carnet de sanidad. Pero ninguna norma –ni local ni nacional– reconocía el funcionamiento de lenocinios, table dance o cualquier otro centro donde ellas pudieran trabajar.

Y es que hasta hace poco el Código Penal consideraba como delito que alguien “mantenga una casa de prostitución o lugar destinado a encuentros con fines lascivos”. ¿Cómo podía alguien otorgar licencias para algo considerado delito? En pocas: el trabajo sexual era legal, pero no el administrar un ambiente donde se lo practique. Es por ello que los clubs donde se ofrecían servicios sexuales funcionaban con licencias de wiskerías (autorizadas para la venta de alcohol) o con ninguna.

El marco jurídico cambió en 2012 con la Ley contra la Trata y Tráfico de Personas que modificó el Código Penal para sancionar a quien mantuviera un establecimiento “donde se promueva la explotación sexual y/o violencia sexual comercial”, términos muy distintos a “prostitución” o “encuentros con fines lascivos”, que fueron apartados de la norma. Se puso la mira en la prohibición del proxenetismo, entendiéndolo como la obtención de beneficios a partir de los servicios sexuales de una víctima que no da su consentimiento o es incapaz de darlo, como es el caso de una menor de edad.

El limbo jurídico previo a 2012, sumado a tabúes y prejuicios, fue perfecto para el surgimiento de mafias, proxenetas y servidores públicos corruptos, que se sintieron cómodos con la clandestinidad de los night clubs.

Los proyectos de ley llegaron tras el escándalo de septiembre del 2016. Y fueron impulsados por la OTN–B (Organización de Trabajadoras Nocturnas de Bolivia) y por Omespro (Organización de Mujeres en Estado de Prostitución), sectores que coinciden en que el trabajo sexual debe ser regulado, pero difieren en el cómo.

El Concejo Municipal de La Paz se inclinó por la propuesta de Omespro para elaborar una ley con alcance municipal, mientras que la OTN–B espera que su proyecto salte directo a la categoría de “nacional” al ser debatido en la Cámara de Diputados. Cerca al día de su aprehensión, Marco Cámara decía estar enfermo, mostrándose adolorido y negando las acusaciones de su hija.

“La maldición del Katanas”

Fiestas orgásmicas, hombres gastando en compañía y alcohol, mujeres brillando en el escenario. Así era “el boliche” que generaba miles de bolivianos en una noche. ¿Una gallina de huevos de oro por la que alguien podría traicionar a su propio padre? De eso acusaron a la denunciante: de querer adueñarse del local que, por otro lado, ya estaba a su nombre desde que su padre lo había comprado. Nohemí afirmó que había sacado un préstamo bancario y devuelto a su padre más del dinero que él pagó.

“Tal vez ahora no lo entiendas, pero en algún momento vas a entender que también por el amor que te tengo a ti es que te estoy sacando de este lugar. Yo en ningún momento quiero adueñarme de Katanas. Vas a ver que si se llegan a esclarecer todas estas denuncias, ese lugar va a ser demolido. Nunca más va a volver a ser Katanas”, le dijo Nohemí a su padre a través de las cámaras de televisión.

Él respondió con voz ahogada, incrédula, su pecho agitado, bañado de lágrimas y sudor, en una cama de hospital donde llegó porque se había descompuesto: “Tantos años de trabajo ¡Mi sudor, mis lágrimas!… Ella no podría hacer eso”.

Casi diez días después, la oscuridad que se mantuvo por tantos años se vio interrumpida cuando un grupo de obreros encaramados en el techo arrancaron una a una las calaminas metálicas, desnudando aquella casa. Decenas se formaron con sus celulares en alto para registrar el momento en que una pala mecánica destrozaba los muros, las pinturas eróticas, los espejos, la cabeza de la esfinge y la figura de aquella mujer blanquecina que nada pudo hacer para proteger su última morada.

¡Se desató “la maldición del Katanas”! Aquel fin de año golearon a la Selección boliviana, no hubo doble aguinaldo, se canceló un concierto esperado y La Paz sufrió una de sus peores sequías que dejó a un centenar de barrios sin agua. Algún desconocido colgó un rozón negro entre los escombros en señal de luto y en las farras varios otros pidieron por un minuto de silencio por la irreparable pérdida.

Tal vez “el pecado” del Katanas fue ampararse en la clandestinidad como tantos otros boliches, generando corrupción y abusos ante la ausencia de normas claras. Puede que una ley más robusta mejore la situación, pero mientras haya funcionarios dispuestos a incumplir su deber a cambio de unos pesos, los abusos seguirán existiendo, me recuerda Nohemí en la sala de su abogada. Yo sólo miro al vacío.

Le pregunto qué pasa por su cabeza ante la posibilidad de que a raíz de su denuncia su padre sea condenado a 20 años de prisión por trata y tráfico y organización criminal.

— Ese será un dolor que llevaré siempre en mi corazón.

Esta es una versión editada y resumida del texto original publicado en el libro Prontuario, de Página Siete y Editorial 3600, publicado en agosto de 2018.

Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=v3mxobNYwHI

FUENTE DE NEPTUNO

Conjunto escultórico conformado por tres figuras. La principal, la cual corresponde a la efigie de Neptuno, se clasifica como escultura estatuaria de bulto redondo, de tipo cuerpo entero, en posición erguida. Obra del escultor J. Magnani o Giuseppe Magnani (lleva inscrito el nombre del autor dentro de la fuente), realizada en mármol blanco en 1928. Este conjunto escultórico está ubicado en el parque del Montículo de la zona de Sopocachi.

La fuente de Neptuno fue construida por la Junta de Pavimentación a iniciativa del presidente Hernando Siles. Inicialmente fue emplazada en la entrada del paseo El Prado de la avenida 16 de Julio, en la que permaneció hasta 1944, año en que fue reubicada en el eje central del parque del Montículo, al tiempo que se efectuaban mejoras en este espacio público. Después de algunos años, el dios mitológico, que se realza sobre la fuente, sufrió la pérdida de su tridente; que fue repuesto en tres ocasiones y acabó sucediendo lo mismo. Finalmente, en 2015, el GAMLP contrató los servicios del escultor Ramiro Luján para restablecer el tridente. Por otro lado, en el lugar donde estuvo situada originariamente la fuente de Neptuno, en 1976 fue erigida la fuente de la Madre Patria.
Algunos escritores han señalado que la fuente de Neptuno, o por lo menos la escultura principal, estuvo emplazada en la plaza 16 de Julio (actual plaza Murillo), lo cual es un error. Esta fuente fue confundida con otra fuente de Neptuno, obra de Feliciano Cantuta, realizada en 1852, retirada en 1909, por la construcción del monumento a Murillo. Esta antigua fuente fue reubicada en la gruta de Lourdes, de donde fue retirada al tiempo que se desmontaron los rieles del tranvía y se reconstruyó el puente de desplazamiento vehicular. No se sabe que ha sido de ésta, al igual que de las esculturas que la acompañaban.

Neptuno esl el dios de los mares romano

Destinos turisticos AGUAS TERMALES ICHOCA

AGUAS TERMALES ICHOCA

 Las aguas Termales de Ichoca, se encuentran a 7 kilómetros al norte de la población del mismo nombre. Este atractivo se caracteriza por ser de una vertiente que brota de las cercanias, formando un río durante su trayectoria, que va almacenándose en pozas naturales valiosamente aprovechadas por las propiedades curativas derivadas de su composición mineralógica y temperatura. Estas cualidades las hacen apropiadas para el tratamiento de varias enfermedades y dolencias como la artritis, y el reumatismo. Los comunarios de las poblaciones aledañas acuden masivamente al lugar desde tempranas horas del día para bañarse, relajarse y recibir los beneficios de esta hidroterapia natural.

Se puede observar en los alrededores un impresionante paisaje lo que muestra el potencial turístico del sitio.

La temporada aconsejable para visitar la zona es en época seca, que comprende los meses de mayo a septiembre.

Recomendaciones

Llevar mudas de ropa liviana y abrigadora, gafas polarizadas,sobreros de la ancha, protector solar (uvf.+ 60), repelente contra insectos, medicina y coca para tomar en infusión como remedio para el mal de altura, botiquín de primeros auxilios (antiespasmódicos y antiestamínicos) e impermeables para la lluvia.

Departamento

La Paz

Region

Altiplano Sur

Provincia

Inquisivi

Municipio

Cajuata

Categoria

1.7.2. Aguas Termales

Jerarquia

Jerarquia Ii

Coordenadas

Latitud: -17.099012 Longitud: -67.171702

Temperatura

4 a 10 °C

Altitud

3632 M.s.n.m.

Es posible saber mas sobre este sitio en el siguiente enlace

https://es.wikipedia.org/wiki/Ichoca

Fuente: http://www.milapaz.travel/atractivo_turistico/index/aguas_termales_ichoca/265

¿ Cómo tener una vivienda en La Paz sin riesgos ?

Las características del suelo y la gran cantidad de ríos que surcan el territorio de la ciudad de La Paz hacen necesario el diseño y la implementación de mecanismos de control de construcciones específicos y rigurosos.

Para el director de Administración Territorial y Catastral de la Municipalidad, Álvaro Viaña, existen documentos, trámites y procesos que se deben tener en cuenta. Para ello es esencial ser organizado y asesorarse profesionalmente. Por lo mismo, Las Cosas Claras presenta los conceptos clave para tener en cuenta al momento de edificar o comprar una vivienda.

Contratar profesionales arquitectos y abogados de confianza

Todos los procedimientos legales para construir o comprar una propiedad deben ser revisados y avalados por un abogado y un arquitecto. “El arquitecto es quien conoce la normativa de construcción y, en función del predio, verifica las condiciones de riesgo. Este profesional proyectará una edificación en norma y ofrecerá una solución arquitectónica”, asegura Viaña.

Verificar las superficies y condiciones del suelo o de la vivienda – Plano de Catastro

Es importante conocer la cantidad de metros cuadrados de la propiedad coinciden con lo detallado en la ficha de propiedad. Eso se puede ver en el plano de catastro del inmueble. En caso de no coincidir, se debe pedir a la inmobiliaria o propietario la explicación correspondiente.

Comprobar que el vendedor es el propietario legítimo para consolidar el derecho propietario

Revisar que todos los documentos estén a nombre del propietario. Para eso basta con verificar documentos como:

– Documento de identidad

– Título de propiedad del inmueble

– Folio real actualizado

– Plano de catastro del inmueble aprobado por la subalcaldía correspondiente

– Certificado de registro catastral

– Formularios de pago de impuestos de los últimos cinco años

El folio real

Es el documento que acredita la existencia de la casa, el terreno, el garaje, etc. En él se registra toda la información sobre el bien inmueble: el número de folio, certificado catastral, superficie, el tipo de propiedad, la titularidad sobre el dominio, la superficie, ubicación y colindantes, entre otros.

Certificado de registro catastral

Si la planimetría es el certificado de nacimiento de su zona, el catastro es como la cédula de identidad de su predio. Viaña afirma que este documento es una especie de ‘inventario predial’ del municipio. La Paz es el único municipio que cuenta con una Ley de Catastro.

En este documento se indica los datos técnicos de un inmueble: su ubicación, superficie de lote, el valor catastral del bien inmueble, entre otros. No acredita el derecho propietario. Además indica los datos legales, la relación de derecho propietario y económico de un inmueble.

“Es el único documento técnico que otorga seguridad jurídica en el sentido de la ubicación. Evita que otra persona quiera inscribir sobre una propiedad. Certifica la titularidad de los dueños y la localización y medidas. Además otorga un código catastral y un valor catastral de inmueble”, dice Viaña

Una vez ingresado el trámite, el certificado catastral, es emitido entre 10 y 15 días hábiles. El certificado cuesta 471 bolivianos. Si se lo hace de forma externa, tiene otro costo.

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