Fuente: http://eju.tv/2014/05/el-hernando-siles-y-sus-fantasmas/
PARANORMAL | EN ESTE LUGAR HAN OCURRIDO Y OCURREN COSAS INEXPLICABLES. PARA QUIENES TRABAJAN EN ÉL NO HAY QUE TEMER, PERO PARA CUALQUIERA EL LUGAR INFUNDE MUCHO RESPETO.
El Siles de La Paz es el principal estadio deportivo de Bolivia. Los Tiempos
LOS TIEMPOS
“Antes que nada le pido que toquemos este tema con mucha seriedad”, aclara el administrador del Estadio Hernando Siles, Eduardo Flores Rodríguez, quien trabaja ahí desde hace 28 años con quien converso luego de haber sacado fotos y conocer el lugar. Sin dudarlo, accedo de inmediato.
En mi forma de encarar este reportaje de manera diferente a las que ya se habían hecho, quise saber si podía ser capaz de hacer las fotos yo sola, sin ninguna guía (además los porteros estaban ocupados) y luego que el administrador me contase las historias de “fantasmas”, que a raíz de lo sucedido con la filmación de la cadena deportiva Fox Sports se habían vuelto virales en las redes sociales.
En una toma del partido entre The Strongest y Defensor Sporting de Uruguay, se ve una figura en la curva norte que corre a exagerada velocidad y que parece traspasar una malla de alambre para confundirse con la multitud de general y desaparecer en ella. “Fantasma”, pensaron muchos, pero la versión luego se desmintió y se explicó que simplemente era un cafetero yendo a recoger cambio o un fanático que entró a último momento en el encuentro, (entre muchas otras versiones escépticas).
Para el caso de la presente nota eran las 4.30 de la tarde de un jueves y en la cancha había un grupo de niños y jóvenes en un taller para arqueros. El sol brillaba al mejor estilo paceño: quemante y muy cerca. Le dije al administrador que me atendió gentilmente, que venía de Cochabamba, era periodista de Los Tiempos y quería sacar fotos del lugar donde había clasificado hace poco un equipo boliviano a cuartos de final en la Libertadores. Toda una hazaña.
Eduardo Flores me dijo que pasara libremente, excepto por una parte en la que están arreglando unas butacas, y yo no le dije nada de los fantasmas porque me imaginaba que estaba harto de hablar del mismo tema, pensaba hacerlo en medio de una posterior charla más extensa. Así sucedió.
MI EXPERIENCIA
Con la cámara en la mano comencé a sacar fotos, a hablar con los chicos que estaban allí para la charla del arquero argentino, con unos ayudantes de campo y con una señora que estaba limpiando y que me explicó que ella recién venía por primera vez al campo y que sólo le parecía “muy grande para limpiar”.
Yo tenía la información de lo que había escuchado entre los programas de televisión sobre el supuesto fantasma, enfilé a los camarines de los jugadores primero. El pasillo que conduce a ellos es húmedo y no tenía luz eléctrica. Los diferentes túneles se adentran a las entrañas del estadio que son cada vez más oscuras, pese a la luz de afuera, pero no dan miedo. Por lo menos no esa parte.
Había escuchado que el sitio donde están los camarines de los árbitros era lo más pesado, pero también estaba más lejos, así que lo dejé para después. Me impresionó el deterioro en el que está esa parte del centro deportivo, nada acogedora para los jugadores, pero estaba absolutamente tranquila.
Cuando tocó la parte de los árbitros, algo cambió. Yo no estaba predispuesta porque aunque creo en energías y otras cosas, los fantasmas como tal nunca me han convencido, pero el lugar además de ser tan oscuro, húmedo y lúgubre como el camarín de los jugadores, tiene una vibra pesada que hace que inexplicablemente se aceleren la respiración y el corazón. Es un pasillo largo, con paredes, techo y piso de cemento y con muestras de humedad en cada esquina y sobre todo en el techo. Está pintado de blanco, pero la pintura se descascara en muchos lugares dándole una apariencia aún más fantasmagórica.
Yo me iluminaba con la linterna del celular y sacaba las fotos sin movimiento y con flash, desde donde la reja con candado me lo permitía, cuando en una de las tomas vi como si hubiese alguien agazapado en una esquina, iluminé y el bulto tenía encima como una tela verde oscura, casi de color militar, pero estaba agachado, parecía una persona. En las fotos que publicamos no está, sólo existe en la misma secuencia de fotos, una sombra que podría ser explicada por la luz del flash, pero yo no lo entiendo así. Había algo ahí abajo. Y todo estaba cerrado con candado, como me explicó el administrador después, con una sonrisa tranquilizante y complacida cuando le conté de mi experiencia, así que cuando el hombre me pidió tocar el tema con seriedad, yo, que había entrado al campo de juego con una actitud diferente, estuve totalmente de acuerdo con él: No había nada gracioso en el tema.
CON USTEDES, EL ESTADIO…
Construido en 1926 por el arquitecto Hugo López Videla, el Estadio Hernando Siles es el centro deportivo más importante de Bolivia. Tiene capacidad para 41.770 personas y es temido por los visitantes del extranjero porque es el que más alto está en el mundo, a 3601 metros sobre el nivel del mar; por ello, el “fantasma de la altura” es una figura conocida en los partidos en los que se juega frente a algún visitante.
El Estadio fue objeto de una gran polémica que unió como pocas veces a los bolivianos cuando la FIFA quiso vetar los partidos oficiales y de eliminatorias a lugares con más de 2.000 metros sobre el nivel del mar. Allí nació el lema “Se juega donde se nace”, y toda una campaña que terminó con la aprobación momentánea del Estadio para ser sede internacional (debía construirse uno a menos de 3.000 metros para las eliminatorias del 2014).
Construido en la zona antes llamada Poto Poto y hoy Miraflores, y llamado así en honor de Hernando Siles Reyes, el 31er presidente de Bolivia (1926 – 1930), es el punto de encuentro por excelencia de los paceños y aunque con bastantes desarreglos que deben ser atendidos con urgencia, cumple su papel de centro principal deportivo y también sede de encuentros y conciertos. Fue abierto en 1931 con un partido entre The Strongest y Universitario, en el que The Strongest ganó por 4-1: Es el estadio local de dos equipos bolivianos ligueros, The Strongest y Club Bolívar.
Pero antes de que fuera centro deportivo, en ese lugar había lecherías y cementerios clandestinos. Muchos cementerios clandestinos. Quizá eso explique un poco a los fantasmas que deambulan por ahí.
Además en el Estadio ha habido varias muertes violentas, así que todo esto, sumado a los testimonios de los mismos trabajadores del lugar, hace dudar al más escéptico.
“CON SERIEDAD”
En la misma foto tomada en secuencia sin movimiento, se ve una sombra. Es en los camarines de los árbitros. Foto Mónica Oblitas, Los Tiempos.
“Yo le doy mi opinión sobre el tema de actividades paranormales en el Estadio pero, con el respeto que merecen aquellas personas que tocan el tema, hay que hacerlo con seriedad. En algún momento parecería que tratan este tema de manera fugaz y no con la seriedad necesaria, incluso como una chacota, y este tema no da para eso ¿verdad?”, me pregunta Eduardo Flores con la seguridad de la respuesta, “absolutamente, tiene Ud., razón”, le contesto yo, recuperando el aliento después de mi experiencia.
Eduardo Flores Rodríguez está muchos años al frente de la administración del Estadio Hernando Siles, su oficina queda cerca de la puerta 6, y aunque fría trata de parecer un lugar alegre. Flores es un hombre delgado, de nariz afilada y gestos que parecen estudiados, además de tener una voz y palabras de profesor de colegio. Se lo puede imaginar perfectamente viviendo con los espíritus que rondan el lugar porque él se siente cómodo con ellos. “No están para hacer daño, simplemente están intranquilos”, dice, mientras me cuenta su anécdota más importante.
“Corría el año de 1993, justamente cuando nuestra Selección por primera vez le gana a la de Brasil por la eliminatoria al Mundial, y primera vez que Brasil perdía en este campeonato de eliminatoria. Ese resultado constituyó un evento de características muy especiales, el día había sido muy duro para nosotros en materia de trabajo por la responsabilidad que significa tener un escenario totalmente abarrotado de gente, y obviamente estábamos cansados. Cuando finalizó el partido y las sombras de la noche se asomaban, estamos hablando de las 19.00 más o menos, yo me alistaba para partir a mi domicilio, entonces al dar un último vistazo para ver si estaba funcionando el riego automático, salgo a la pista atlética y veo a una docena de niños haciendo rebotar un balón. Al portero de turno, que era don Constantino Illave, le pregunto por dónde habían entrado esos niños, a lo que él me mira sorprendido y corre a sacarlos, mientras yo espero en mi oficina para saber por dónde habían entrado ya que todo estaba cerrado, pero don Constantino no volvía. Entonces salgo y lo veo parado en el centro del campo de juego viendo a su alrededor y me grita “no hay”. ¿Cómo que no hay si Ud., mismo los está yendo a sacar?, le digo, pero nada. No había nadie. Sólo nos miramos, ya el cansancio era grande, y los dos decidimos irnos sin respuesta. Al día siguiente lo llamo y le pregunto y él me dice que los había visto efectivamente, pero que mientras se aproximaba uno por uno iban desapareciendo, incluyendo el balón.”
Para Eduardo Flores esa experiencia ha sido importante porque la compartió con el veterano portero, pero hay otra en la que 40.000 personas pudieron atestiguar algo que él, que conoce a la perfección el funcionamiento del campo, atañe también a alguna fuerza paranormal.
MUERTES VIOLENTAS
Era un partido de la copa Libertadores, donde jugaba Bolívar con el club América de México. Mientras se jugaba la primera parte del encuentro, y con Eduardo Flores en la sala desde donde se maneja el riego automático, el hombre vio una sombra entrando por la puerta por lo que se quedó expectante, seguro que alguien quería sorprenderlo, pero no pasó nada, al contrario, cuando vio la cancha, en el campo de juego los aspersores (que sólo se manejan desde esa sala) comenzaron a funcionar y a regar el césped sobre los mismos jugadores.
El sorprendido árbitro detuvo el cotejo por unos minutos y sin que nadie apriete ningún botón, los aspersores se apagaron.
“Allí habían 40.000 personas, así que tengo testigos. Por eso es cuando se presentan este tipo de actividades considero que hay que tratar el tema en serio.”
Para rematarla está el accidente en la década de los ´60, cuando el Estadio, en la zona de preferencia de hoy, todavía tenía una piscina que era alimentada por un estanque que estaba rodeado por una pared de adobe. “Era un partido de fútbol al que mucha gente asistió y cómo no alcanzaban los asientos, se subieron a la pared de adobe que se derrumbó. 15 personas murieron ahogadas”.
Otra vez, en la década de los ’90, una noche de un partido de Bolívar esta vez con San José de Oruro, Flores nuevamente era el último en irse del lugar y estaba en el campo de juego para la última revisión, cuando vio a “un bulto en el sector de butacas. Llamo al portero para decirle que quizá era una persona que se había quedado dormida, como ya había ocurrido en otras ocasiones, cuando el portero me grita que el bulto ‘no responde’, subí y era un hombre al que le había dado un ataque cardiaco y que estaba muerto. Tuvo que venir la Policía y levantar el cadáver.”
Otra vez en Recta una persona alcoholizada cayó desde la bandeja alta hasta la de abajo y se destrozó el cráneo. “Muchas personas me han explicado que el hecho de que hayan existido muertes sin la extremaunción correspondiente podía dar lugar a esta tipo de actividades inexplicables”, dice Flores. Además está el hecho de que muchas personas lleguen al lugar con cargas positivas y otras con cargas muy negativas, y que “acá se descargan todo tipo de emociones lo que también puede influir. Eso sí, no hay una vibra mala, no tiene ninguna influencia ni para el escenario ni para las personas que estamos en él, yo las tomo como experiencias que se me han presentado y que las he vivido, pero nada más. No tengo miedo, nunca nos ha afectado la salud ni nada”, dice un positivo Eduardo Flores, como si quisiera convencerme.
Aunque el Estadio ha sido bendecido por un sacerdote hace muchos años, de acuerdo a mucha gente es necesaria una nueva misa para dejar a los presentes (y algunos ausentes) más tranquilos. Por parte de esta periodista, no quedan dudas de que hay algo inexplicable en el poderoso y mítico Hernando Siles.
Por Mónica Oblitas, Los Tiempos
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