Como un escudo que protege
Como un manto
Como el único horizonte
Dueña de la luz, de todas las luces
Mirada de miradas
Casi transparente al amanecer
Montada en la bruma, casi azul
Luz que refulge en las horas
Cruzada de nubes, esquiva
Mira que te miran, infinita
Celadora del tiempo, del nuestro
Del de todos, desde el principio hasta el final
Nacimos a tus pies y allí crecimos
De tu silueta alimentados
Dueña del valle profundo
Dueña de los espacios
De los pliegues de la tierra
Preciosa y nocturnal,
Hija de la luna
Madre del sol
En el alba y en la negrura
Montaña mágica que nos velas
Gigante, camaleón de las distancias
Distinta en cada lugar, nueva
Sobre el agua
Sobre el cielo
Sobre la cuenca iluminada
Sobre nuestras almas
Dentro de nuestras almas
Míranos mirarte enamorados de tus rocas
De tus cumbres perfectas
De tus vientos adivinados
Cúbrenos el día decisivo
Para que nunca más estemos lejos
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