El historiador Javier Mendoza presenta prueba documental de que fue el químico italiano Enrique Pizzi quien, en 1858, aisló la base orgánica de la hoja de coca en el laboratorio de la Botica y Droguería Boliviana, asentada en la urbe paceña, al menos un año antes de que lo hiciera el alemán Albert Niemann.
"No queremos imposturas, ni relaciones falsas, ni descubrimientos supuestos como el de vuestra Cokeina que debe ser la verdadera Ckukería (pura embrolla)”. Esa fue la reacción de un grupo de paceños, declarados enemigos del químico italiano Enrique Pizzi, cuando este aseguraba, ya en 1858, haber logrado aislar de la hoja de coca el alcaloide de la cocaína, por lo menos un año antes de que, a miles de kilómetros, lo hiciera el químico alemán Albert Niemann, a quien la historia europea atribuye el descubrimiento de esta hoy polémica sustancia.
Y la prueba del hallazgo es contundente: el artículo Cocaína: nueva basis orgánico-vegetal, escrito por el propio Pizzi, fue publicado en la Gaceta Oficial de La Paz el 30 de junio de 1858. La noticia fue desempolvada, hace más de dos décadas, por el psicólogo e historiador Javier Mendoza Pizarro, en ese monumento a la memoria nacional llamado Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, instalado en Sucre, y difundida en septiembre de 1993 en el número 11 de la revista Unitas.
"Siguiendo simpáticamente la denominación propuesta por los químicos modernos para los principios inmediatos de las plantas, he llamado esta nueva sustancia cocaína, diminutivo de coca, vegetal del cual se sacó”, relata Pizzi. Luego describe con solvencia la sustancia: "La cocaína es el principio activo y salificable de la coca. Se presenta en una masa amorfa, porosa, compuesta de microscópicos cristales cúbicos semitransparentes. En estado de pureza es enteramente blanca, inalterable al aire y sus propiedades organolépticas recuerdan su origen”.
El hallazgo del químico italiano se inscribe en la búsqueda que, desde principios de siglo, habían iniciado los laboratorios de Europa, que intentaban separar las bases orgánicas o alcaloides de varias plantas. Es así que, por ejemplo, la cafeína había sido aislada recién en 1819 por el alemán Friedrich Runge.
Y no es que hasta mediados del siglo XIX la ya famosa hoja de coca haya estado fuera de esas investigaciones.
Los laboratorios de Europa habían puesto su interés en ese arbusto que masticaban los indígenas andinos. El problema era su traslado hasta Europa. La humedad a la que el vegetal se exponía durante los meses de viaje por mar ahogaba sus propiedades naturales. Fue bien entrada la media centuria que se descubrió que podía ser llevada en cajas de doble fondo, herméticamente cerradas, con cierta cantidad de cal viva en el trasfondo.
Por el contrario, el italiano Enrique Pizzi estaba en el principal centro de distribución de la hoja en Bolivia, a apenas dos días a lomo de bestia del lugar donde se producía: la floreciente región yungueña. Desde su laboratorio, en la Botica y Droguería Boliviana, que se encontraba a su cargo, necesitaba recorrer unos pasos para toparse con los lugares de expendio masivo del producto fresco.
No es incoherente entonces que haya podido lograr aislar el alcaloide de la cocaína, incluso antes del año en que publicó el artículo: "Aunque ya desde tiempo tenía aislado este principio, con todo, como los procedimientos empleados podían ser en oposición a su aplicación económica, reiteré los estudios hasta conseguirlo con los menores gastos posibles”, afirma Pizzi en el artículo recuperado por Mendoza. Clemente Torreti, otro químico italiano que lo reemplazó en la Botica y Droguería Boliviana, aseguró años más tarde que "por los papeles que dejó Pizzi tuve evidencia de que dicho señor Pizzi, desde 1857, había logrado aislar de la hoja de coca su alcaloide, la cocaína”.
Pero Pizzi vivía en La Paz, una ciudad perdida entre las interminables montañas andinas. Había pasado apenas tres décadas desde el nacimiento de Bolivia como república independiente y su principal ciudad no terminaba de cortar el cordón umbilical que la ataba a su reciente pasado colonial.
Una investigación de la historiadora Rossana Barragán muestra que, todavía en 1880, la urbe paceña estaba dividida por el Choqueyapu: "intra-puentes”, donde habían vivido los españoles y ahora lo hacían los criollos; y "estra-puentes”, habitada por las comunidades indígenas. Los barrios paceños se hallaban separados por parroquias y la mayoría de las calles fueron nombradas por las actividades que concentraban: Ichocato, Laguacato. La Casa de Gobierno había sido reedificada en 1845, no se había quemado aún…
¿Podía acaso Pizzi aislar el principal alcaloide de la cocaína en el laboratorio de una botica paceña? Javier Mendoza, en una entrevista realizada para este artículo, considera que sí: "Era un químico entrenado en Europa y su farmacia, la Botica Boliviana, muy reconocida. El proceso mismo de aislamiento del principio activo de la cocaína no era muy complicado, lo que sucedía era que no se había hecho en Europa, no porque sea difícil, sino porque las hojas llegaban en mal estado”.
Además, no era la primera vez que el italiano se había enfrascado en este tipo de aventuras. En 1855, en ese mismo laboratorio, había comenzado a manipular la corteza de la quina. Dentro de ese proceso, consiguió producir el quinio, una mezcla de los alcaloides quinina y la recién descubierta cinconina. Para esta investigación, estableció una sociedad con el paceño Juan Carlos de Ybargüen, quien explotaba quina en su propiedad de Cañamina, región yungueña de la provincia Inquisivi.
El acuerdo comercial no prosperó y cuando Pizzi intentó registrar el producto en una oficina gubernamental, se topó con la sorpresa de que su exsocio se le había adelantado, usando la muestra que él mismo le entregó en un pequeño frasco. El entredicho tuvo visos de escándalo público en el mundillo social paceño e incluso llegó hasta la prensa: La sulfatización quinia o el monomaniaco Pizzi, publicó Ybargüen; Imposturas de Pizzi, publicaron "los amigos de Ybargüen”.
El químico italiano cerró la polémica convocando a un grupo de personalidades de la ciudad para demostrar que sólo él pudo producirlo. Quizá por todo ello decidió registrar el aislamiento del alcaloide de la cocaína en la propia Gaceta del Gobierno de La Paz.
Göttingen y la historia del otro frasco
En su artículo, Javier Mendoza Pizarro relata que el alcaloide de la cocaína, descubierto por Pizzi, fue trasladado, también en un frasco, a los laboratorios de la Universidad de Göttingen, en Alemania, los mismos en los que Albert Niemann investigó las propiedades de la hoja andina.
El naturalista suizo Johann Jakob von Tschudi, que viajaba por Perú, Chile, Bolivia, Argentina y Brasil, entre 1857 y 1861, habría sido el encargado de enviar o trasladar personalmente el producto hasta la mencionada universidad germana para hacerla llegar a manos del famoso profesor Friedrich Woehler.
Existen dudas e imprecisiones sobre la fecha en la que el producto, aislado en La Paz, arribó a Alemania. El investigador William Mortimer, en su libro Perú, historia de la coca, publicado en 1901, aseguró que "cuando Von Tschudi volvió a Alemania y la sustancia fue mostrada a Woehler, se encontró que se trataba solamente de yeso, es decir, era el resultado de un manejo descuidado”.
Mendoza se animó a lanzar dos hipótesis sobre por qué el frasco remitido a Europa no contenía el alcaloide de la cocaína: la primera es que el propio Pizzi haya mandado yeso, temeroso de que en Alemania suceda lo que ocurrió en La Paz con el plagio del quinio.
La segunda es que la gente de la Universidad de Göttingen haya reemplazado el producto: "Dijeron que era yeso porque pensarían que un farmacéutico en las alturas de La Paz nunca iba a reclamar; las patentes fueron para los alemanes”.
En 1885, Clemente Torreti, el sucesor de Enrique Pizzi, envió una carta abierta desde Valparaíso, Chile, dirigida al entonces empresario minero y pocos años después presidente de la República Aniceto Arce, en su afán de "reivindicar para la ciudad de La Paz el honor del descubrimiento de la cocaína y de su preparación mucho antes que el malogrado Niemann en 1859 la descubriera en Alemania”. Advertía que este hecho es "generalmente ignorado porque tuvo lugar en el humilde laboratorio de la Botica y Droguería Boliviana; he hallado pruebas irrefutables a mi llegada a La Paz al hacerme cargo de la dirección de aquel establecimiento, entre los papeles y documentos, y la misma sustancia, dejados por mi predecesor, el intelijénte y hábil químico señor Enrique Pizzi”.
No comments:
Post a Comment
Si le gustó haga un comentario