POR MARCO BASUALDO
/ 30 de octubre de 2022 / 00:17
La nueva generación de los Marqueces acaba de celebrar 38 años de fundación con enorme fervor cívico y la intención de sepultar su pasado violento
Marqueces siglo XXI, el mito urbano narra que se trataba de un grupo de motociclistas que arriba de sus monturas de metal infundían terror en las adoquinadas calles paceñas de los años 70.
Influenciados por la película Buscando mi destino y agrupaciones foráneas como los Hell’s Angels, los hermanos Márquez, Javier, Freddy y Miriam, dieron vida a Los Marqueces.
Pandilla que marcó parte de la historia de los últimos años del siglo XX.
Fueron acusados de agresiones, extrema violencia, de haber tomado la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) para perseguir a comunistas y, entre otras cosas, de apoyar a la dictadura de Hugo Banzer Suárez.
Todo ello desencadenó una ola de represalias como su casi linchamiento en puertas de su domicilio en 1970 en el barrio de Miraflores y la muerte de Miriam, con tan solo 18 años.
En un confuso episodio en una fiesta carnavalera en 1972. Pertenecer a Los Marqueces por esos días no era digna tarjeta de presentación.
Marqueces
Cuando estos muchachos recorrían las arterias de las calles paceñas, los adolescentes salían a su encuentro solo para admirarlos.
Eran chicos impresionados por esas poses extravagantes y semblantes desafiantes, envueltos en jean, cuero y gafas oscuras, además de llevar el cabello largo.
Y querían ser como ellos.
Pero aquellos no gozaban de buena fama, así que cuando los fans hacían conocer sus deseos de pertenecer a la afamada congregación, sufrían la censura de familiares y cercanos.
Y es que hablar de Los Marqueces en los círculos conservadores paceños de los 70 y principios de los 80 estaba prohibido.
Pero estos muchachos seguidores, entre asentimientos y condenas, terminaron saliéndose con las suyas, aunque virando por completo los designios de quienes los habían inspirado.
Influenciados por la película Buscando mi destino y agrupaciones foráneas como los Hell’s Angels, los hermanos Márquez, Javier, Freddy y Miriam, dieron vida a Los Marqueces.
Pandilla que marcó parte de la historia de los últimos años del siglo XX.
Fueron acusados de agresiones, extrema violencia, de haber tomado la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) para perseguir a comunistas y, entre otras cosas, de apoyar a la dictadura de Hugo Banzer Suárez.
Todo ello desencadenó una ola de represalias como su casi linchamiento en puertas de su domicilio en 1970 en el barrio de Miraflores y la muerte de Miriam, con tan solo 18 años.
En un confuso episodio en una fiesta carnavalera en 1972. Pertenecer a Los Marqueces por esos días no era digna tarjeta de presentación.
Marqueces
Cuando estos muchachos recorrían las arterias de las calles paceñas, los adolescentes salían a su encuentro solo para admirarlos.
Eran chicos impresionados por esas poses extravagantes y semblantes desafiantes, envueltos en jean, cuero y gafas oscuras, además de llevar el cabello largo.
Y querían ser como ellos.
Pero aquellos no gozaban de buena fama, así que cuando los fans hacían conocer sus deseos de pertenecer a la afamada congregación, sufrían la censura de familiares y cercanos.
Y es que hablar de Los Marqueces en los círculos conservadores paceños de los 70 y principios de los 80 estaba prohibido.
Pero estos muchachos seguidores, entre asentimientos y condenas, terminaron saliéndose con las suyas, aunque virando por completo los designios de quienes los habían inspirado.
New generation
Hacia el año 1984, en tiempos del descalabro hiperinflacionario de la Unidad Democrática y Popular (UDP), entre otras novedades de la ciudad destacaba un recién inaugurado Centro Comercial.
Santa Anita, en frente de la plaza Alonso de Mendoza, donde se reunían grupos de jóvenes de la zona Norte paceña.
Entre ellos se encontraba Marco Antonio Rodríguez, uno de los fundadores de esta historia, hoy considerada heredad de la hoyada.
Él tendría 14 años cuando empezó a reconocer las andanzas del grupo de los Márquez y compañía y, como muchos de sus amigos, quería ser parte del mito. Sin embargo, se topaba con un pequeño gran problema: era muy joven para hacerlo, aunque terco para desechar la idea.
“Por esas cosas de la vida, conocí a Alberto ‘Beto’ Márquez, el medio hermano menor de la familia que era más o menos de mi edad”.
Fue él quien me introdujo en esa nueva tendencia entre jóvenes que vestían ropa de cuero y escuchaban música rock.
Juntos, nos propusimos formar una suerte de filial entre quienes admirábamos al grupo de su hermano mayor”, recuerda.
El inicio fue problemático. Además de recibir el rechazo y repudio de sus padres frente a sus disparatadas intenciones, también sufrió la negativa del líder máximo del grupo.
“Freddy no quería saber nada en un principio. Y fue frustrante porque nosotros les teníamos admiración y hasta un poco de temor”.
Estos chicos, avezados, habían sido los autores de innumerables grafitis en las paredes citadinas con la palabra “Marqueces”, motivo por el que fueron citados por Freddy para aclarar el tema.
“Nos convocó y nos dio una gran ‘puteada’, fue impresionante para nosotros”.
“Nos dijo que, si íbamos a formar un grupo, que no le pongamos el mismo nombre. Pero pese a las advertencias, nosotros continuamos”, explica Marco.
“Y de a poco, Freddy nos fue aceptando”.
Conocidos en aquel inicio como Marqueces de la Alonso, el grupo fundado el 20 de octubre de 1984 llegó a sumar cerca de 50 miembros.
Que mudaron su punto de encuentro del Santa Anita hacia la plaza Alexander, a metros de una comisaría de la Policía Nacional.
“Los policías ya nos conocían, siempre nos recomendaban que no hagamos macanas y que nos vayamos nomás a nuestras casas”, dice el líder de la segunda generación de Marqueces.
Sus principales actividades se repartían entre celebraciones estudiantiles y conciertos de rock.
Muy alejadas de cometidos delincuenciales como muchos pensaban, aclara el presidente del colectivo.
“Nos dedicábamos a ir a fiestas, siempre nos invitaban colegios como el Inglés Católico, Lourdes, Rosa Gattorno. Muchas chicas querían como paje a uno de nosotros”, ríe Marco.
“También asistíamos a conciertos rockeros; estaban de moda grupos como Stratus, Collage, Luz de América, y donde nos encontrábamos con otros grupos”.
“Peleas hemos tenido como todo aquel que vive su adolescencia con mucha pasión”.
Pero no andábamos buscando pleitos, aunque era una época con presencia de muchos grupos juveniles”.
Hacia el año 1984, en tiempos del descalabro hiperinflacionario de la Unidad Democrática y Popular (UDP), entre otras novedades de la ciudad destacaba un recién inaugurado Centro Comercial.
Santa Anita, en frente de la plaza Alonso de Mendoza, donde se reunían grupos de jóvenes de la zona Norte paceña.
Entre ellos se encontraba Marco Antonio Rodríguez, uno de los fundadores de esta historia, hoy considerada heredad de la hoyada.
Él tendría 14 años cuando empezó a reconocer las andanzas del grupo de los Márquez y compañía y, como muchos de sus amigos, quería ser parte del mito. Sin embargo, se topaba con un pequeño gran problema: era muy joven para hacerlo, aunque terco para desechar la idea.
“Por esas cosas de la vida, conocí a Alberto ‘Beto’ Márquez, el medio hermano menor de la familia que era más o menos de mi edad”.
Fue él quien me introdujo en esa nueva tendencia entre jóvenes que vestían ropa de cuero y escuchaban música rock.
Juntos, nos propusimos formar una suerte de filial entre quienes admirábamos al grupo de su hermano mayor”, recuerda.
El inicio fue problemático. Además de recibir el rechazo y repudio de sus padres frente a sus disparatadas intenciones, también sufrió la negativa del líder máximo del grupo.
“Freddy no quería saber nada en un principio. Y fue frustrante porque nosotros les teníamos admiración y hasta un poco de temor”.
Estos chicos, avezados, habían sido los autores de innumerables grafitis en las paredes citadinas con la palabra “Marqueces”, motivo por el que fueron citados por Freddy para aclarar el tema.
“Nos convocó y nos dio una gran ‘puteada’, fue impresionante para nosotros”.
“Nos dijo que, si íbamos a formar un grupo, que no le pongamos el mismo nombre. Pero pese a las advertencias, nosotros continuamos”, explica Marco.
“Y de a poco, Freddy nos fue aceptando”.
Conocidos en aquel inicio como Marqueces de la Alonso, el grupo fundado el 20 de octubre de 1984 llegó a sumar cerca de 50 miembros.
Que mudaron su punto de encuentro del Santa Anita hacia la plaza Alexander, a metros de una comisaría de la Policía Nacional.
“Los policías ya nos conocían, siempre nos recomendaban que no hagamos macanas y que nos vayamos nomás a nuestras casas”, dice el líder de la segunda generación de Marqueces.
Sus principales actividades se repartían entre celebraciones estudiantiles y conciertos de rock.
Muy alejadas de cometidos delincuenciales como muchos pensaban, aclara el presidente del colectivo.
“Nos dedicábamos a ir a fiestas, siempre nos invitaban colegios como el Inglés Católico, Lourdes, Rosa Gattorno. Muchas chicas querían como paje a uno de nosotros”, ríe Marco.
“También asistíamos a conciertos rockeros; estaban de moda grupos como Stratus, Collage, Luz de América, y donde nos encontrábamos con otros grupos”.
“Peleas hemos tenido como todo aquel que vive su adolescencia con mucha pasión”.
Pero no andábamos buscando pleitos, aunque era una época con presencia de muchos grupos juveniles”.
El paso del tiempo
“Los Movack, Los Niños, Los Flash o Los Locos eran algunos de los grupos de esos años”.
Era como una moda y, si bien había ciertas rencillas por el tema de territorio, estaban muy lejos de dedicarse a la delincuencia”.
“Pasaron los años, muchos han estudiado y formaron sus hogares”, cuenta Víctor “Ducky” Durán, también miembro de la agrupación y de su directorio.
“Hoy nos vemos con algunos miembros de los otros grupos y nos saludamos de manera muy cordial, los años han pasado y hemos crecido”, añade “Ducky”.
Ese paso del tiempo del que habla refiere a la postura que de a poco fue asumiendo la agrupación rebautizada como Familia Marqueces el 20 de octubre de 1995.
Pues varios de los Marqueces de la Alonso se casaron con algunas de sus integrantes, tuvieron hijos, algunos nietos, y las cosas fueron cambiando con ese pasar de años.
“Las mujeres fueron incluidas en el grupo de una manera más formal, ya no éramos solo hombres en busca de fiestas y conciertos”, dice “Ducky”.
“Y como sucede con todas las familias, empezamos a reunirnos para celebrar cumpleaños, matrimonios, bautizos”.
“También fuimos sumando un sinfín de actividades como encuentros deportivos, visitas a la virgencita de Copacabana, que es nuestra patrona”.
“Labores de beneficencia y hasta misas de salud, que se han intensificado con la pandemia por el coronavirus”, explica Marco.
Esta gran familia es muy devota. Además de oficializar sus peregrinaciones por Semana Santa a Copacabana de manera anual.
Sus miembros también han institucionalizado un preste que se realiza cada 20 de octubre, desde hace 20 años.
En honor a su figura reconocida como “Patrona de los Marqueces”.
Este papel de promotores de tareas cívicas también definió que, a fines de 2019, previo a la pandemia.
El grupo decidiría crear su directiva en elecciones democráticas para varias carteras, con el objetivo de clarificar sus tareas.
Las actividades más importantes tienen que ver con sus labores sociales y de beneficencia, como la realización de “chocolatadas” para niños de la calle en fechas como el Día del Niño o Navidad, entre otras.
“Es increíble cómo un chiquito puede sonreír con un regalo y un buen desayuno, para mí, esas actividades de fin de año son las que más gratitud me traen”, dice “Ducky”, emocionado.
Marco acota: “En cuanto a nuestras obras sociales, solemos hacer colectas para ayudar a muchos de nuestros miembros en estado de necesidad o también a gente ajena al grupo que ha sufrido alguna desgracia”.
Otra de estas actividades refiere a las disciplinas deportivas.
El grupo cuenta con dos equipos de fútbol en competición, uno de ellos representado por los hijos de la Familia Marqueces en el campeonato de la liga Obrajes.
Y otro formado por los miembros cincuentones en el campeonato que se juega en Km 7 con los colores rojo y negro.
“El equipo lo integran amigos que no necesariamente pertenecen a la familia, no somos un grupo cerrado y aquel que quiera jugar en nuestro equipo tiene las puertas abiertas”.
“Pero tiene que jugar bien”, ríe y explica Marco, sobre el cuadro que en principio se llamaba Alonso de Mendoza.
Asimismo, la agrupación también empezó a heredar parte del patrimonio de los motoqueros iniciales al frente de Freddy Márquez.
La idea es levantar un museo —ya cuentan con un terreno en Achocalla— que reconstruya el pasado motoquero y su perfil actual.
Entre esas prendas, figura una bandera de franjas roja-blanca-negra con una Cruz de Hierro. Entonces, la pregunta es inevitable: ¿Alguna ideología extrema dentro de la Familia?
“Nosotros no tenemos ninguna ideología ni militancia política. Sabemos muy bien lo que representaba la simbología con tendencia de derecha entre los primeros Marqueces.
Pero nosotros queremos descartar cualquier acercamiento. Por mayoría, hemos decidido que no tenemos nada que ver con nacionalismos ni neonazismos.
En nuestra familia hay gente de derecha, de izquierda; somos libres en nuestras decisiones y no mezclamos las cosas.
La Cruz de Hierro nos identifica en cuanto a la simpatía que siempre nos generaron Los Marqueces y que siempre nos ha unido”, dice rotundo el presidente Marco Rodríguez.
La Familia Marqueces planea tramitar su personería jurídica e invita a los interesados a visitar su página por si quisieran integrarse.
Recién festejaron su preste anual y aún los aguardan las fiestas de fin de año para cerrar una gestión de actividades cívicas y solidarias.
Actos que los alejan por completo de aquel rugir de motores que causaban espanto.
Fotos: Familia Marqueces
“Los Movack, Los Niños, Los Flash o Los Locos eran algunos de los grupos de esos años”.
Era como una moda y, si bien había ciertas rencillas por el tema de territorio, estaban muy lejos de dedicarse a la delincuencia”.
“Pasaron los años, muchos han estudiado y formaron sus hogares”, cuenta Víctor “Ducky” Durán, también miembro de la agrupación y de su directorio.
“Hoy nos vemos con algunos miembros de los otros grupos y nos saludamos de manera muy cordial, los años han pasado y hemos crecido”, añade “Ducky”.
Ese paso del tiempo del que habla refiere a la postura que de a poco fue asumiendo la agrupación rebautizada como Familia Marqueces el 20 de octubre de 1995.
Pues varios de los Marqueces de la Alonso se casaron con algunas de sus integrantes, tuvieron hijos, algunos nietos, y las cosas fueron cambiando con ese pasar de años.
“Las mujeres fueron incluidas en el grupo de una manera más formal, ya no éramos solo hombres en busca de fiestas y conciertos”, dice “Ducky”.
“Y como sucede con todas las familias, empezamos a reunirnos para celebrar cumpleaños, matrimonios, bautizos”.
“También fuimos sumando un sinfín de actividades como encuentros deportivos, visitas a la virgencita de Copacabana, que es nuestra patrona”.
“Labores de beneficencia y hasta misas de salud, que se han intensificado con la pandemia por el coronavirus”, explica Marco.
Esta gran familia es muy devota. Además de oficializar sus peregrinaciones por Semana Santa a Copacabana de manera anual.
Sus miembros también han institucionalizado un preste que se realiza cada 20 de octubre, desde hace 20 años.
En honor a su figura reconocida como “Patrona de los Marqueces”.
Este papel de promotores de tareas cívicas también definió que, a fines de 2019, previo a la pandemia.
El grupo decidiría crear su directiva en elecciones democráticas para varias carteras, con el objetivo de clarificar sus tareas.
Las actividades más importantes tienen que ver con sus labores sociales y de beneficencia, como la realización de “chocolatadas” para niños de la calle en fechas como el Día del Niño o Navidad, entre otras.
“Es increíble cómo un chiquito puede sonreír con un regalo y un buen desayuno, para mí, esas actividades de fin de año son las que más gratitud me traen”, dice “Ducky”, emocionado.
Marco acota: “En cuanto a nuestras obras sociales, solemos hacer colectas para ayudar a muchos de nuestros miembros en estado de necesidad o también a gente ajena al grupo que ha sufrido alguna desgracia”.
Otra de estas actividades refiere a las disciplinas deportivas.
El grupo cuenta con dos equipos de fútbol en competición, uno de ellos representado por los hijos de la Familia Marqueces en el campeonato de la liga Obrajes.
Y otro formado por los miembros cincuentones en el campeonato que se juega en Km 7 con los colores rojo y negro.
“El equipo lo integran amigos que no necesariamente pertenecen a la familia, no somos un grupo cerrado y aquel que quiera jugar en nuestro equipo tiene las puertas abiertas”.
“Pero tiene que jugar bien”, ríe y explica Marco, sobre el cuadro que en principio se llamaba Alonso de Mendoza.
Asimismo, la agrupación también empezó a heredar parte del patrimonio de los motoqueros iniciales al frente de Freddy Márquez.
La idea es levantar un museo —ya cuentan con un terreno en Achocalla— que reconstruya el pasado motoquero y su perfil actual.
Entre esas prendas, figura una bandera de franjas roja-blanca-negra con una Cruz de Hierro. Entonces, la pregunta es inevitable: ¿Alguna ideología extrema dentro de la Familia?
“Nosotros no tenemos ninguna ideología ni militancia política. Sabemos muy bien lo que representaba la simbología con tendencia de derecha entre los primeros Marqueces.
Pero nosotros queremos descartar cualquier acercamiento. Por mayoría, hemos decidido que no tenemos nada que ver con nacionalismos ni neonazismos.
En nuestra familia hay gente de derecha, de izquierda; somos libres en nuestras decisiones y no mezclamos las cosas.
La Cruz de Hierro nos identifica en cuanto a la simpatía que siempre nos generaron Los Marqueces y que siempre nos ha unido”, dice rotundo el presidente Marco Rodríguez.
La Familia Marqueces planea tramitar su personería jurídica e invita a los interesados a visitar su página por si quisieran integrarse.
Recién festejaron su preste anual y aún los aguardan las fiestas de fin de año para cerrar una gestión de actividades cívicas y solidarias.
Actos que los alejan por completo de aquel rugir de motores que causaban espanto.
Fotos: Familia Marqueces
No comments:
Post a Comment
Si le gustó haga un comentario