Nota de prensa que salio publicada en el periodico Página Siete el día domingo 23 de Febrero de 2020
El Domingo de Tentación, los carnavaleros subían desde la Plaza del Estudiante arrastrando un pepino hasta la Figueroa, donde estaba el barranco el “fin del mundo” y ahí lo arrojaban.
Ivone Juárez / La Paz
“Fin del mundo”, así se conocía en la ciudad de La Paz en la primera mitad del siglo pasado al barranco que atravesaba la calle Figueroa, un boquete al que leyendas urbanas de entonces le atribuían algunas desapariciones, sobre todo de gente indigente.
Con la llegada de las carnestolendas, cada año, el lugar volvía a tomar protagonismo para los paceños porque ahí daba sus últimos suspiros la fiesta, que entonces duraba prácticamente una semana. En aquel barranco terminaba tirado el Pepino, uno de los principales personajes del Carnaval ch’ukuta.
¿Pero cuándo y cómo llegaba hasta ese lugar tan sombrío el rey del Carnaval? El Domingo de Tentación, el último día de las carnestolendas, cuando los carnavaleros, embriagados aún por la euforia y los excesos, se concentraban en la Plaza del Estudiante, donde una semana antes había terminado la Entrada del Pepino.
Hasta ahí llegaban con un pepino de trapo, con el que encabezaban su última comparsa del año e iniciaban el recorrido inverso a la Entrada del Pepino.
Los personajes símbolo del Carnaval paceño en su paso por El Prado.
“El día domingo se efectuaba un desfile triste a causa de que el Carnaval estaba terminando”, se lee en la investigación Breve historia del Carnaval paceño ch’ukuta, de Carlos Gerl y Randy Chávez.
Noel Ramos señala que se trataba de la Salida del Carnaval, donde, en tropa, subían bailando por El Prado, la avenida Mariscal Santa Cruz, Pérez Velasco, hasta llegar a la calle Evaristo Valle y tomar la avenida América, donde, al inicio, estaba la intersección con la calle Figueroa y el “Fin del mundo”. “Allí tirábamos al pepino de trapo que llegaba destrozado después de todo el recorrido”, cuenta el fotógrafo Julio Cordero, tercer descendiente de la familia que fotografió a La Paz desde inicios del siglo XX.
La Entrada del Pepino en una de las calles céntricas de la ciudad.
Después de lanzar al personaje al barranco, se dirigían al Cementerio General, donde permanecían hasta el final de la tarde para luego dirigirse a algún local de fiestas y terminar de despedir el Carnaval bailando. Ramos indica que la Salida no concentraba tanta gente como la entrada; sin embargo, la costumbre se mantuvo hasta finales de los años 60 del 1900.
Entre la alegría y el glamur
El historiador Carlos Gerl señala que ésta una de las tantas costumbres que se cumplían en La Paz de esos años, cuando el Carnaval destacaba sobre todo por su glamur demostrado en mascaradas y otros bailes suntuosos, a los que los paceños acudían vestidos a la última moda europea.
La Salida del Carnaval del Domingo de Tentación.
Y estas recepciones se organizaban en el Teatro Municipal, el Club de La Paz, el Fantasio, el Casino Internacional y el White House Hotel, entre otros, dice Gerl. A estos salones se sumaban el Club 16 de Julio, el Club Ferroviario, el Hotel Torino o el Tumurama, conocido hoy como el Tambo Quirquincha.
Los bailes eran amenizados por grupos musicales reconocidos, como el de Fermín Barrionuevo, de los Hermanos Molina, la Orquesta Mariaca y otros.
Estas reuniones muchas veces terminaban en la calle, con el resto de la gente al ritmo de las mandolinas y concertinas. “No se jugaba con agua, se acostumbraba a echar perfume. Otra característica era el trato a la mujer, con mucha caballerosidad”, añade el historiador Carlos Gerl.
Otro personaje del Carnaval paceñode antaño.
En tanto, en la calle, la gente del pueblo se entregaba al desenfreno, jugando con harina y aguas de colores.
“Las comparsas se arrojaban cartuchos de harina en medio de gran algaraza popular. Posteriormente, aparecieron los globos que eran inflados con agua y depositados en canastos; después aparecieron los chisguetes fabricados de lata. Los juegos consistían en agarrar a un amigo, familiar o conocido, blanquearlo con harina y después echarle agua (...) a veces se le sumergía en una bañera llena de agua”, se lee en la investigación de Gerl y Chávez.
Todas estas costumbres tenían como marco otras, como la de nombrar madrinas, quienes recibían en sus casas a los comparseros con exquisitos lechones, humintas, acompañados de refrescos y cocteles.
Así transcurría prácticamente una semana, hasta el Domingo de Tentación, cuando el “Fin del mundo” se tragaba al símbolo de la carnestolendas paceñas. Los paceños aceptan resignados ese destino para el pepino porque tenían la certeza de que el siguiente año el personaje regresaría de nuevo.
Un pepino (derecha) acompaña a los carnavaleros.