Patentes para los perros
En 1934, mediante ordenanza municipal, las autoridades determinaron que los propietarios de perros debían adquirir una patente municipal que debían colocar en el collar del animal. Al mismo tiempo, el instructivo indicaba que la mascota bebía llevar un bozal y ser conducida por su amos con una cadena.
La Policía Urbana tenía la instrucción de proceder al sacrificio del animal que no llevara la patente. Durante el día, los propietarios debían encadenar a los canes en sus domicilios y liberarlos sólo en las noches libres. Si el animalito atacaba a alguna persona, el propietario debía pagar la curación y una multa de 50 bolivianos. La medida quedó sin efecto hasta hoy
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